Los datos sugieren que en la actualidad, los ríos originados en las sierras están proveyendo en la estación seca menos agua que si se hubieran conservado los bosques nativos en buen estado.
El informe de los investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) advierte que el agua no sólo bajaría en cantidad sino también en calidad. Y reducir la calidad implica mayores costos para su potabilización y menor potencialidad para uso recreativo. Cita otros trabajos científicos extranjeros para señalar que "se ha demostrado que si la deforestación de parte de una cuenca es inevitable, conservar al menos una franja de 200 metros de bosques a ambos márgenes de los ríos serranos atenúa la pérdida de calidad".
Pero un simple párrafo expone un punto quizá crucial para el futuro del agua que necesitaremos los cordobeses: "Por eso, para mantener la cantidad y calidad del agua y bajar los costos de potabilización, cada vez más ciudades del mundo promueven la conservación del bosque en las cuencas que les proveen agua".
No lo dice el informe, pero es sabido que Córdoba no ha avanzado en ese sentido. Por el contrario, en los últimos 15 años la provincia tuvo una de las tasas de deforestación más altas del mundo. Mientras, como si nada hubiese pasado, la reciente ley aprobada en la Legislatura que regula los bosques nativos apunta poco y nada en esa dirección y se parece más bien a otro gran paso hacia atrás.
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