"No creo que Pakistán se recupere nunca del todo, pero seguiremos adelante", dijo el presidente al diario News International, según recogió la agencia alemana DPA.
Las inundaciones desatadas por las lluvias monzónicas el 28 de julio dejaron al menos 1.500 muertos, miles de pueblos sumergidos y destruyeron infraestructura clave para la economía del pobre país.
Mientras, el río Indo, desbordado de su cauce, continuó causando estragos hoy en la sureña provincia de Sindh, donde militares, policías y voluntarios intentan reforzar las contenciones y diques para proteger pueblos y ciudades.
La agricultura, la base de su economía, se ha visto fuertemente golpeada: más de 1,71 millones de hectáreas de cultivos de algodón, maíz y caña de azúcar fueron destruidas y también se perdieron grandes reservas de alimentos, sobre todo de trigo.
El crecimiento económico del país se prevé entre 0 y 3 por ciento, muy lejos de la previsión inicial del 4,25 por ciento anterior a la catástrofe del siglo.
Las autoridades financieras están negociando con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para revisar los términos del programa de préstamos de 10.000 millones de dólares al país.
El gobierno ha sido criticado por su lenta respuesta a la catástrofe y algunos analistas expresaron sus temores a que la escasez de alimentos, incrementada por la inflación y la pobreza de la región, desate enfrentamientos y desestabilice el gobierno prooccidental.
Zardari admitió que habrá resentimiento porque la gente quiere recuperar lo perdido, pero dijo que "en la medida que podamos estiraremos el alcance de la ayuda al máximo".
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