Una sucesión de catástrofes ambientales, como las que se registran en Rusia y Pakistán, pone de manifiesto la gravedad del deterioro del medio ambiente y de sus consecuencias. Estas se manifiestan, en primer lugar, sobre los afectados directamente, como sucede en Pakistán, donde hay 20 millones de personas en riesgo, muchos miles de ellas, incluso sin comida. Pero también hay consecuencias indirectas como el daño de largo plazo que sufren las tierras productivas, el aumento del precio de los alimentos o la pérdida de infraestructura que los países deben forzosamente reconstruir a costos muy elevados.
Para, cuando menos, frenar esta tendencia es necesario un acuerdo internacional realista y aplicable. Hasta el momento los grandes contaminantes se han negado a asumir el costo de las transformaciones que requiere la preservación ambiental. Pero a medida que el tiempo pasa, esos costos, que tarde o temprano deberán enfrentarse, se incrementan.
Desastres naturales como los de Rusia y Pakistan revelan el deterioro del medio ambiente y muestran la necesidad de acuerdos internacionales para revertir la tendencia.
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