Podrá la ola de calor y sequías que causó estragos en Rusia lograr que ese país tome con más seriedad al tema del cambio climático? La respuesta es importante: Rusia es el tercer emisor de gases de efecto invernadero del mundo, detrás de China y Estados Unidos.
Hasta hace poco, la actitud rusa frente a las amenazas del cambio climático era arrogante. En una conferencia internacional celebrada en 2003, el entonces presidente Vladimir Putin señaló sobre el calentamiento global: “Vamos a gastar menos en abrigos de piel”. Rusia apoyó el Protocolo de Kyoto, pero como una suerte de acto cínico de realpolitik. Estados Unidos se había negado a firmarlo y los líderes mundiales debían llegar a la cantidad necesaria de signatarios para evitar el fracaso. Como parte del acuerdo, Rusia fue puesto en carrera para ser miembro de la Organización Mundial de Comercio y se le asignaron varios créditos por reducciones de emisiones que hizo, a pesar de que habían sido el resultado mayormente del cierre de empresas después de 1989.
En la conducción rusa muchos creían que el cambio climático iba a ser beneficioso para el país. Abriría la riqueza mineral del Artico cuando su hielo se derritiera, crearía nuevas rutas de navegación a lo largo de las costas septentrionales del país y permitiría una ampliación de la agricultura hacia zonas estériles. Creían que si se buscaba reducir las emisiones, ello iba a obstaculizar el crecimiento económico. Los desastres de este verano debieran haber mostrado la ingenuidad de esas opiniones. No son más que una dura advertencia sobre lo que se viene si no se controla el calentamiento global. Rusia es sumamente vulnerable a la creciente frecuencia e intensidad de las condiciones climáticas extremas que traerá un cambio climático descontrolado. Este año, el país perdió cerca del 25% de su producción de granos.
Las inundaciones serán un problema en el futuro de ciudades como San Petersburgo, al igual que los cambios en el flujo de los ríos, tormentas, hielos que se derriten y muchos otros peligros. De hecho, los dirigentes comenzaron a cambiar su tono antes de los acontecimientos de este verano. En 2009, el gobierno aprobó un plan referido al clima, aún cuando tiene poco para ofrecer en materia de propuestas concretas. La sensación de emergencia va a desvanecerse cuando la temperatura vuelva a bajar. Sin embargo, es de interés estratégico de Rusia y de la comunidad Internacional tratar al tema del cambio climático con debida seriedad.
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