Pasaron seis meses del terremoto que provocó una tragedia en Chile y con el tiempo se disipó la psicosis que a través del correo electrónico y los mensajes de texto predecía el desmoronamiento de El Chocón y el derrumbe de Piedra del Águila. Hoy las presas siguen en el mismo lugar y no fue necesario incrementar los controles ni hacer inversiones para lograrlo.
Lo que también sigue sin modificaciones es la falta de una política de prevención de los gobiernos provinciales y municipales ante una emergencia hídrica.
De nada valió que los ingenieros de la seccional Comahue del Organismo Regulador de Seguridad de Presas (Orsep) salieran a explicar que las obras de ingeniería que embalsan y desvían el agua de los ríos de la región son antisísmicas porque el discurso conspirativo de los e-mails era demoledor: "Nos engañan, la fisura de Piedra del Águila se abrió y en cuestión de horas se inunda el Valle".
La ola de temor ni siquiera ayudó para que la gente tomara conciencia de que vivimos aguas abajo de grandes presas (muchos llegaron cuando El Chocón ya estaba en pie) y que es necesario informarse y organizarse para estar preparados en caso de que un colapso se produzca.
Porque la certeza de que las presas pueden caerse debería llevarnos a tomar precauciones y no a reproducir mensajes sin fundamentos que generan temor.
Crónica anunciada
Carlos Yema, ex presidente del Orsep y actual responsable de la oficina técnica de Cipolletti, recordó que "en los días posteriores al último terremoto que asoló nuestra vecina república de Chile, en una de las muchas entrevistas que nos hicieron los medios, desde el Orsep asegurábamos que las presas del país y de la región en particular estaban en perfectas condiciones, que operaban normalmente y que no habían sufrido ningún daño. Y recuerdo haber dicho también que uno o dos meses después nadie se iba a acordar del tema. Y, efectivamente, quedó demostrado que era como decíamos".
Recordó Yema los mensajes de correo con anticipos catastróficos e hizo notar que, "como pudimos comprobar, estos pronósticos no se cumplieron una vez más. Hagamos memoria y recordemos que muchas veces, en especial luego de cada creciente de nuestros ríos, se suelen avivar los temores sobre la seguridad de las presas", recomendó.
Hay, de todos modos, una "legítima y responsable preocupación de la gente en torno de la seguridad de estas grandes obras" que deberían separarse de las versiones que "asustan pero que carecen absolutamente de algún tipo de asidero", añadió.
"Desde el sentido común -continuó-, se podría asegurar que no se pueden sostener en el tiempo estas versiones tan absurdas y fantasiosas. Simplemente porque la gente tiene preocupaciones diarias más concretas y reales, y porque también la realidad termina demostrando que las presas siguen operando normalmente". |
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