A un mes del comienzo de las inundaciones en Paquistán, la catástrofe se agrava cada día, y la aparición de nuevos desbordes de las aguas en el sur del país obligó a un millón de personas a abandonar sus hogares en las últimas 48 horas.
Las aguas causan estragos en la provincia sudoriental de Sindh, donde han sufrido graves daños represas, canales y muros de protección, incapaces de contener el enorme caudal de agua que lleva el río Indo.
Según la ONU, en los últimos dos días un millón de personas se han desplazado por nuevas inundaciones en un corredor entre los distritos de Qambar-Shahadadkot y Thatta, es decir, de Norte a Sur por la margen izquierda del Indo hasta su llegada al mar Arábigo.
"Un desastre que ya es colosal está volviéndose todavía peor, por lo que se necesita una respuesta aún más colosal. La magnitud de esta crisis está alcanzando niveles que van más allá incluso de los temores iniciales", advirtió la ONU, a través de un comunicado.
Las autoridades han alertado de la necesidad de seguir evacuando a la población de las áreas más vulnerables, al tiempo que los organismos humanitarios han instado a la comunidad internacional a acelerar el ritmo en las donaciones, que ha vuelto a perder impulso.
Un vocero de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, Maurizio Giuliano, destacó que en los últimos días "no se ha recaudado nada".
Giuliano sostuvo además que se ha ampliado de tres a seis meses el marco de acción del plan de emergencia de la ONU, para el que se han recibido 290 de los casi 460 millones de dólares requeridos para proporcionar comida, agua potable, cobijo y atención sanitaria a los afectados.
Las inundaciones, que anegaron ya unos 160.000 kilómetros cuadrados del territorio (un 20 por ciento), están haciendo que se dispare la malnutrición infantil y las enfermedades entre los damnificados, con más de 430.000 casos registrados de diarrea, 609.000 de infecciones cutáneas y 71.400 de malaria.
Las peores inundaciones en el territorio en los últimos 80 años causaron, desde fines de julio, por lo menos 1600 muertes y hasta 20 millones de afectados, de ellos, siete millones de personas sin hogar.
Terrorismo
Ante este panorama, una fuente de los principales servicios secretos paquistaníes (ISI) admitió ayer que la estrategia de Paquistán en la lucha contra el terrorismo podría verse muy afectada.
"En estos momentos, la prioridad [de las autoridades] es destinar todos los recursos para proporcionar asistencia a los damnificados. Esta es una crisis a largo plazo, podría afectar bastante a la guerra contra el terrorismo", dijo un alto cargo del ISI.
El ejército paquistaní tiene desplegados unos 60.000 efectivos por todo el país, que participan activamente en las tareas de rescate y asistencia, y unos 60 helicópteros militares son utilizados actualmente para estas labores.
Según la fuente de inteligencia, el ejército y el gobierno continúan "comprometidos" en la lucha contra la insurgencia talibana y las operaciones militares en el conflictivo noroeste "siguen en marcha", pero la atención de las autoridades se ha desviado ahora hacia asuntos más urgentes.
Muchos analistas creen que la crisis está permitiendo a los integristas reorganizarse, y desde Washington se sostiene que los talibanes planean cometer atentados contra trabajadores extranjeros de las organizaciones humanitarias enfrascadas en el auxilio de los afectados.
A pesar de que la insurgencia advirtió anteayer a los socorristas extranjeros que su presencia en el arrasado valle del río Indo es inaceptable, la ONU advirtió que mantendrá sus operaciones de ayuda.
"No hemos reducido nuestras operaciones ni pensamos hacerlo, sobre la base de preocupaciones de seguridad", dijo el vocero, y agregó que "en la mayoría de los países en que operamos hay riesgos similares y las medidas preventivas son nuestra rutina", dijo Giuliano.
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