Un día ante de que finalizara el plazo que se habían autoimpuesto los gobiernos de la Argentina y el Uruguay, la Cancillería nacional designó a los dos científicos encargados de monitorear la planta de pasta de celulosa de UPM-Botnia. Uno de ellos es Juan Carlos Colombo, doctorado en Oceanografía por la canadiense Universidad de Quebec, y el otro es Esteban Lyons, ingeniero que trabaja en la Secretaría de Ambiente de la Nación. Junto con los dos colegas uruguayos (Eugenio Lorenzo y Alberto Nieto), decidirán la forma de controlar la contaminación de la fábrica. Los ambientalistas de Gualeguaychú esperaban que se tuviera en cuenta a alguno de los expertos que promovían.
"Antes que nada me siento orgulloso porque la designación implica un reconocimiento a un trabajo de tres o cuatros años y la posibilidad de continuar los estudios que comenzamos en 2006", dijo Colombo ayer en diálogo con PERFIL. "Tenemos una idea muy abarcativa de cómo encarar el monitoreo. Evaluaremos cada impacto ecológico posible porque no queremos que se nos escape nada, incluso los impactos subyacentes", añadió el investigador de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata.
Los cuatro científicos tra bajarán dentro de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). Según comunicó la Cancillería, "el monitoreo del Comité Científico comenzará con la Planta de Botnia-UPM y la desembocadura del Río Gualeguaychú en el Río Uruguay; seguirá en la Argentina con un establecimiento o lugar a elección de la parte uruguaya y continuará alternativamente en uno y otro país".
Si bien Colombo es un experto en contaminación de aguas y ecosistemas costeros, fuentes de ONGs ambientales le critican la falta de conocimiento de los procesos industriales que contaminan. "Nuestro problema se origina en un proceso químico muy agresivo (separar la lignina de la celulosa con azufre) y de una gran magnitud porque estamos hablando de la mayor planta de Botnia en el mundo", afirman.
Antecedente. Colombo y Lyons formaron parte del equipo técnico argentino que fue al Tribunal de La Haya en busca de frenar la planta ubicada en los alrededores de Fray Bentos. Pero Colombo no cree que su actuación merezca autocrítica, pese al resultado final. "No hubiera esperado que la pastera se cerrara por la evidencia que aportamos, pero sí que los jueces se tomaran más trabajo en leer lo que escribimos y consultar a más peritos científicos", argumentó.
-¿Sienten algún tipo de presión debido a la repercusión pública del tema? -Presiones hay, pero mi intención es cumplir con el trabajo científico y que esas presiones no modifiquen nuestro trabajo.
-Si Botnia no existiera y le preguntaran si es buena idea instalarla ahí, ¿qué contestaría? -(Se ríe) Por la investigación que hicimos para La Haya descubrimos que está en un sitio muy complicado y que ameritaba más estudios sobre los posibles impactos al ecosistema y los peligros de la acumulación de sustancias tóxicas. ?
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