Un depósito natural de 450 kilómetros cuadradosImprimir Enviar Compartir Tamaño ZAPALA (AZ-AN).- El acuífero zapalino se extiende como si fuera una gran palangana debajo de la caliza basal de la ciudad cabecera del centro de la provincia de Neuquén. El agua depositada allí cayó en forma de nieve o lluvia hace 120 ó 150 años en la zona alta de la precordillera neuquina. Se cree que el líquido -que escurrió sobre una superficie basáltica fisurada- filtra a razón de un metro por año. Por eso, se estima que los zapalinos consumen agua que cayó hace 120 años.
Se trata, qué decirlo, de un recurso único, extrañísimo a ojos ajenos, para un lugar donde gobiernan, casi siempre, viento y sequedad.
El agua tiene características de agua mineral natural, de acuerdo a parámetros del Código Alimentario Argentino con una mineralización de entre 101 y 500 miligramos por litro de residuo sólido seco y de bajo contenido de sodio.
Con todo, el agua zapalina tiene, históricamente, una fama bien ganada. Pero fue recién entrado el siglo XXI que la ciudad supo del acuífero. Fue a partir de un estudio que determinó la calidad del líquido y la magnitud y fragilidad de la gran palangana.
"Hasta los '90, todos los lunes, durante todo el verano, llenábamos la pileta con 30.000 litros de agua mineral y no lo sabíamos. Cuando nos vinimos a Neuquén durante dos años estuvimos trayendo bidones y más bidones cargados con agua para tomar y para cocinar", afirma Cristian, quien mudado a la capital saca cuentas de cuánto podrían cotizar aquellas repletas piscinas estivales de la calle Mayor Torres.
Hay más números: Todos los días, los 35.000 o 37.000 zapalinos que están arriba consumen 14 millones de litros de ese recurso fantástico. El consumo real tiene muchos menos ceros pues, se entiende, el agua mineral se escabulle por las cocinas, los baños, las calles, los autos y en cada acción cotidiana.
En una zona donde las iniciativas para el desarrollo parecen siempre esquivas: un tren trasandino que es un puente que muere en la mitad del río, una zona franca que cierra sólo como leyenda, y una ruta 40 que jamás se termina, el envasado y venta del agua zapalina asomó como una alternativa viable y hay un proyecto elaborado por técnicos de la Universidad Nacional del Comahue presentado al Consejo Federal de Inversiones para que apoye su financiamiento. El tema divide a la ciudad y han surgido organizaciones ambientalistas como Zapala XXI que defienden el recurso y se oponen a cualquier explotación comercial, mientras exigen medidas de protección por la alta vulnerabilidad del recurso. Están también quienes creen que se trata de una alternativa posible para un mercado que, como el del agua, no para de crecer.
"En Zapala se consumen esos 14 millones de litros diarios y, en el mejor de los casos, una planta embotelladora, podría demandar unos 100.000 litros cada 24 horas con lo cual observamos que no hay riesgo de provocar un desabastecimiento", advirtió Manuel Martínez, el presidente del Ente Autárquico Municipal de Servicios Públicos de Zapala.
Una cuenta rápida, estableciendo un precio mínimo por litro de agua transforma en millones las ganancias posibles para un recurso que, ya no hay dudas, será el motor de las principales disputas entre pueblos y países.
La explotación plantea dudas por la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta el acuífero.
El estudio elaborado por la Universidad del Sur en 2002 -a la postre el único que existe sobre el a acuífero- revela que la fuente de contaminación más peligrosa está constituida por dos canales de descarga de fluidos cloacales, que trasladan el líquido hasta el destino final por un sistema de conducción abierto originando, a causa de la infiltración, una peligrosa carga hacia el subsuelo. Se le agregan a estos fluidos aquellos que provienen de otras actividades menores instaladas en la planta urbana, como estaciones de servicio y lavaderos de vehículos. Hay otros focos potenciales de contaminación, como el vertido de basura en depresiones o cursos de agua, pozos de explotación construidos sin un diseño adecuado, el matadero municipal y el derrame de líquidos cloacales sin tratar, que requieren de una vigilancia continua a fin de preservar la calidad del agua subterránea. Es que la mayor parte del acuífero freático de la cuenca Zapala presenta un grado de vulnerabilidad a la contaminación entre moderado y alto.
"Obviamente y tratándose de un recurso vital y tan caro a los intereses comunitarios será una decisión a tomar conjuntamente con la comunidad. Entiendo fundamental que de prosperar una iniciativa así - la explotación esté en manos del ente autárquico municipal puesto que la misma sería complementaria de la provisión de agua potable para Zápala y es el organismo el que tiene la responsabilidad de garantizarlo", dijo la diputada Soledad Martínez, al frente de un equipo de profesionales que analiza cada de detalle del proyecto.
Para el investigador Andrés Kaczorkiewicz la decisión final sólo puede adoptarse luego de un profundo estudio científico del acuífero. El único que existe a la fecha es el que en 2002 hizo la Universidad Nacional del Sur.
Las áreas de mayor vulnerabilidad
El área categorizada como de mayor vulnerabilidad incluye los cañadones que bordean la ciudad, el bajo El Salitral y los bajos que alojan a las lagunas El Toro y La Seca, entre otras.
En esa zona el sustrato está compuesto por arenas, gravas aluviales y fluvio-glaciales por los cuales se podrían filtrar contaminantes al acuífero.
Por eso, se ha recomendado la construcción de un sistema de conducción de efluentes cloacales cerrado que reemplace a los existentes abiertos. También marcan la necesidad de poner en práctica para toda la cuenca un registro y control de la construcción de pozos y de la extracción de agua.
El proyecto de la municipalidad
El municipio presentó este año el proyecto ante el Consejo Federal de Inversiones (CFI) Nación que contempla, entre otros aspectos, el monitoreo de los efluentes generados por las actividades contaminantes identificadas y un reordenamiento territorial de los pozos de explotación y de la actividades contaminantes.
La iniciativa, que apuntaba a darle continuidad al estudio que realizó a principios de esta década la Universidad del Sur de Bahía Blanca, fue rechazado pero ahora la provincia, a través de la dirección de Recursos Hídricos ofreció una alternativa de financiamiento para su concreción.
Un depósito natural de 450 kilómetros cuadrados
El depósito natural del agua zapalina tiene forma lenticular alargada en sentido sudoeste noreste con una potencia máxima de 150 metros de profundidad, con 30 kilómetros de largo y 15 de ancho: unos 450 kilómetros cuadrados de agua purísima, un prístino refugio de agua mineral. El recurso ha sido evaluado y está dentro de los parámetros que se le otorgan al agua mineral , según los parámetros del Código Alimentario Argentino.
Los científicos estiman que las reservas totales del acuífero son de 3.530 hectómetros cúbicos, unas 350 veces el consumo anual de la ciudad.
Las reservas reguladoras, o sea el volumen de agua que ingresa anualmente al acuífero equivalen a la recarga anual media, es decir unos 18 hectómetros cúbicos anuales, de acuerdo al cálculo más conservador.
La calidad del agua de suministro en Zapala se puede calificar como excelente, por su bajo contenido en sales totales disueltas y la ausencia de oligoelementos tóxicos, detalla un informe del ente municipal.
La presencia de algunos focos potenciales de contaminación como el vertido incontrolado de basura en depresiones o cursos de agua, pozos de explotación construidos sin un diseño adecuado, matadero municipal y el derrame de líquidos cloacales sin tratar requieren de una vigilancia continua a fin de preservar la calidad del agua subterránea.
La mayor parte del acuífero freático de la cuenca Zapala presenta un grado de vulnerabilidad a la contaminación entre moderado y alto.
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