La firma del acuerdo para el monitoreo conjunto de la fábrica pastera ubicada en la ciudad uruguaya de Fray Bentos implica la superación de más de seis años de conflictiva relación con Uruguay, permitiendo ahora la labor de los científicos que deben evaluar el impacto ambiental de la empresa. No obstante, han surgido voces discordantes en el ámbito de los asambleístas que cuestionan los términos de aplicación del convenio. En tal sentido es preciso realizar algunas puntualizaciones que tienen que analizarse en el contexto de la solución alcanzada, ya que si se parte de una hipótesis equivocada, y poco rigurosa, jamás se podrá llegar a una conclusión correcta. En una región que recibe 30.000 millones de dólares anuales de inversión, y que normalmente se radican en San Pablo o en Buenos Aires, la construcción de plantas ribereñas fabricantes de pasta para papel es impactante y afecta intereses diversos. Uruguay tiene 800.000 hectáreas de árboles implantados y ése es uno de los motivos de la elección. La instalación de las plantas en Uruguay supondrá a mediano plazo el desarrollo de puertos de aguas profundas en el Litoral y un dragado permanente del río Uruguay. El ser ruta de salida para países vecinos como Paraguay y Bolivia, potenciando la hidrovía, puede ser una posibilidad tangible y estratégica. En la actualidad, la empresa Stora-Enzo está instalando una planta de celulosa en el sur de Brasil, limítrofe con la Argentina, y será necesario elaborar una política conjunta al respecto. Las plantas con dióxido de cloro son la tecnología más avanzada, en materia de producción de celulosa para la fabricación de papel, y el eje de las acciones debe ser corroborar que las plantas cumplen estrictamente con las normas establecidas por los estándares internacionales. Las plantas, como toda otra actividad humana, contaminan, pero estas de última generación lo hacen en cantidades inocuas, y las autoridades deben controlar sus emisiones conjuntamente a partir del tratado subrogado. Quizá sea tiempo, para toda la región, de avanzar en un modelo forestal con mayor porcentaje de diversificación para promover el desarrollo de la industria maderera. Esta es una cuestión de suma importancia y se deberán extremar los controles para preservar los más bajos niveles de contaminación para todos. Han pasado más de seis años desde que comenzó a gestarse el conflicto por la papelera finlandesa instalada en Uruguay y la represalia de una asamblea de vecinos de Gualeguaychú con un corte del puente internacional. La situación actual nos muestra una planta que está produciendo todos los días y exportando su producción, un gobierno de Uruguay que se ve largamente compensado con la riqueza que le produce, y la posibilidad de avanzar en acuerdos conjuntos para el progreso del área y el control ambiental, con voluntad de resolver con una mirada de más largo plazo y una motivación trascendente.
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