Luego de siete años de postergación, la Argentina y Uruguay se disponen a poner en funcionamiento el monitoreo conjunto del impacto ambiental sobre las aguas del Río Uruguay, con epicentro en la actividad de la planta pastera de UPM (ex Botnia) que originó el conflicto.
Es lo que debió haberse garantizado desde un comienzo, cuando se anunció el proyecto de instalación de la planta, ya que existían los instrumentos jurídicos y diplomáticos previstos por los tratados bilaterales. Pero responsabilidades políticas de ambos países dilataron o soslayaron la intervención de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) y dejaron que los hechos consumados fueran dictando los tiempos.
La consecuencia fue el inicio de las actividades de Botnia en Fray Bentos, el corte del puente en Gualeguaychú y la interrupción del diálogo bilateral aguardando la instancia del Tribunal de La Haya, que terminó expidiéndose en un fallo salomónico.
Las Cancillerías anunciaron ahora la conformación del equipo de especialistas que tendrá a su cargo el monitoreo conjunto, en el marco de la CARU. Este equipo deberá verificar las condiciones de impacto ambiental de la planta pastera de Fray Bentos y luego, de todos los establecimientos industriales, agrícolas y centros urbanos que vuelcan sus efluentes al río.
La atención binacional en la preservación de los recursos hídricos compartidos deberá cumplirse con probidad técnica, respaldo institucional y transparencia, para dar por superadas paulatinamente las divergencias.
Queda por resolver, también, la situación de los asambleístas de Gualeguaychú, que han cuestionado la elección de los técnicos argentinos y siguen deliberando sobre sí volver o no a interrumpir o entorpecer el tránsito con Fray Bentos. El Gobierno alentó este movimiento y, si bien interpuso demandas judiciales para revertir el cierre del puente internacional, no ha dejado claro que está dispuesto a garantizar, como la ley lo exige, la libertad de tránsito.
Argentina y Uruguay se disponen a iniciar el cuidado conjunto de las costas y aguas del Río Uruguay. Es un aprendizaje luego de siete años de conflicto que podría haberse evitado.
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