Al cabo de cuatro días de copiosas lluvias, era en efecto previsible que los desagües no dieran abasto y que la tierra se saturara del líquido elemento negándose a absorber más de lo razonable.
El panorama en Montevideo no se presentaba demasiado distinto a lo que ofrece habitualmente cuando hay precipitaciones abundantes. En cambio en el Interior, e incluso en la zona metropolitana y particularmente en la Ciudad de la Costa, los cursos de agua se desbordaron y las cunetas quedaron sepultadas bajo un manto acuoso que se expandió anegando las calles de tierra o balasto.
Al ruido de la lluvia cayendo se sumaba el croar de las ranas, únicas beneficiadas por el aguacero.
Pero como siempre, las poblaciones próximas a ríos y arroyos fueron las más afectadas. El nivel de los cursos de agua se elevó vertiginosamente y se ganó para adentro de las casas. Muchos poblados quedaron aislados y muchas rutas y puentes, cortados.
El prosecretario de Presidencia, Diego Cánepa, convocó a una conferencia de prensa para informar de la situación crítica que se vivía a las 18:30 de ayer. Según datos del Comité Nacional de Emergencias, el total de evacuados se situaba en la cifra de 257 de los cuales diez son autoevacuados. En coordinación con los comités departamentales, el organismo dio una rápida respuesta a la emergencia con el apoyo del Ejército Nacional en tareas de alojar a los evacuados, alimentarlos, abrigarlos y darles de beber.
Santa Lucía, San Ramón, Costa de Oro, Florida, Rocha son algunas de las zonas y localidades más afectadas por las inundaciones. Vecinos de la Ciudad de la Costa que viven desde hace años en la zona afirmaron que nunca habían visto las lagunas enormes que taparon infinidad de calles.
La Dirección Nacional de Meteorología anuncia, para alivio de los afectados (y de todos en general ya que todos estamos hartos del mal tiempo), que para las próximas horas el tiempo se estabilizará, dejará de llover y el sol volverá a brillar, merced a que el viento (que será intenso) rotará hacia el oeste, sudoeste, limpiando de nubes el firmamento.
Pero habrá que esperar más de cuarenta y ocho horas para que las aguas vuelvan a su cauce, los damnificados a sus casas y el suelo a secarse.
|
|
|