En Arroyo Verde el tiempo de espera sólo duró 79 días. Para los asambleístas el momento de diálogo se acabó y la radicalización de la protesta ambiental volverá a ingresar en un escalera que ya promete marchas en la ciudad de Buenos Aires, cruces al Uruguay y un escrache al ex presidente Néstor Kirchner que afirman que será “único”
Ayer, al menos durante dos horas, la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú volvió a subirse al asfalto del kilómetro 28, de la ruta 136 y se emitió un mensaje con varios destinatarios y una sola interpretación: “La lucha continúa hasta que Botnia UPM se vaya de la cuenca del Río Uruguay”.
Así de concreta fue la frase con el que se concluyó el documento que dio inicio a la asamblea de ayer, la primera de cuatro que se repetirán todos los domingos de septiembre.
Cerca de las 14, sobre el puente General San Martín no pasaba un alma. El ruido del funcionamiento de la planta UPM (Ex botnia) era único protagonista. Algunas telarañas sobre los parantes del puente eran el reflejo del dejavú de una situación que supo durar 43 meses. Algo más de 200 personas se acercaron otra vez hasta el “refugio” para participar de la asamblea y hacer efectivo el corte de ruta. Según fuentes policiales el número llegó a 600 personas, algo difícil de determinar ya que las diferencias en las posturas generaron que no todos los que llegaron hasta Arroyo Verde subieran a la cinta asfáltica.
Esta vez, la tirante relación entre el Gobierno Nacional y los asambleístas tuvo su correlato con Gendarmería Nacional. Un helicóptero de esa fuerza siguió de cerca la asamblea, filmando a pocos metros de altura cada una de las acciones del corte. Los oradores detenían sus discursos algunos segundos para dejar que el ruido de las hélices no tapara el sonido de los parlantes.
Juan Veronesi, uno de los activistas más reconocidos, sugirió la posibilidad de marchar a la Embajada de Uruguay, en repudio a las declaraciones del canciller uruguayo, Luis Almagro, que afirmó que desmantelar la planta es “impracticable”. “Está claro que el conflicto no terminó”, disparó Veronesi. A esa propuesta se le sumó una moción para hacerla extensiva a Plaza de Mayo. Ambas fueron aprobadas por amplia mayoría.Martin Alazard, otro histórico, le mandó un mensaje a Gendarmería: “Gracias a los muchachos que nos siguen agrediendo continuamente”.
La cámara del helicóptero intimidó a muchos y controló a otros. Guiados por los abogados que asesoran la lucha ambiental, aquellos que fueron querellados por el Gobierno Nacional evitaron colocarse sobre la ruta. Alazard le pidió al Ejecutivo Nacional “que tenga dignidad”.
Los oradores siguieron y las críticas hacia el Gobierno continuaron. Poly Echeverría de la Asamblea Ambiental de Colón apuntó contra el secretario de Ambiente, Homero Bibiloni, al que acusó de ser “un funcionario con poca fe en su gente”. Echeverría cruzó a la gestión de Cristina Kirchner por “condicionar a los medios, judicializar y criminalizar la protesta”.
En diálogo con Clarín, Juan Carlos Barrios, uno de los asambleístas más duros, fue terminante. “Acá no se consiguió nada. Levantar el corte fue un error muy grande”, sentenció.
“Timerman es un inmoral y un falso. Un incapaz. En privado nos dice una cosa y a los medios les dice otra. Acá nunca hubo diálogo, esto fue un monólogo del Gobierno”, aseguró Barrios.
Según confirmó el senador nacional Guillermo Guastavino, el ex presidente Néstor Kirchner visitará Gualeguaychú el próximo 30 de septiembre. “Kirchner no se va a bajar del avión o del helicóptero, lo vamos a escrachar. No tiene antecedentes lo que le vamos hacer”, disparó. Arroyo Verde tuvo calma. Ahora volvió el enojo.
El asfalto dividió a los asambleístas
Por Verónica Toller
“Vamos a leer la proclama. Acérquense. Si no quieren estar sobre la ruta, al menos, arrímense al refugio”. La frase, dicha por altoparlante, reflejó la situación que se vivió ayer en Arroyo Verde.
La convocatoria tuvo una respuesta mayor a la esperada, pero con una particularidad: muchos de los presentes que estaban de acuerdo con manifestarse no aceptaban cortar la ruta .
Al observar la asamblea, hubo detalles llamativos: Paola Robles leyó la proclama parada en la banquina, no sobre la calzada; Poli Cabrera coordinó la reunión de las 17:30 en el mismo lugar. Otros, sentados en reposeras, de pie o apoyados en el guardarrail. Incluso, hubo ausencias notorias.
Subir o no subir al asfalto se presentó como una decisión claramente ligada a dos cuestiones. Una, el espíritu de los que sostenían “podemos manifestarnos y hacer saber que la lucha continúa, pero no cortar la ruta”. Dos, un helicóptero de Gendarmería con una filmadora sobrevoló el lugar durante dos horas y media, y seis gendarmes vestidos de civil sacaron fotos a todos los presentes.
“¿Miedo? No. Tenemos más miedo a la contaminación que a las amenazas de criminalización de la protesta. La presencia de Gualeguaychú nos dice claramente ‘sigan’ a pesar de todo”, dijo Paola Robles a Clarín.
“Votemos. ¿Quieren hacer la reunión sobre la ruta o al costado de la ruta?”, preguntó Cabrera, el coordinador. Las manos se levantaron apoyando “sobre la ruta”. “¿Dejamos media calzada libre?”, volvió a inquirir Cabrera. “No”, fue el voto. Y la reunión se desarrolló cortando el paso.
El modelo
Por Daniel Juri
Sorprende el énfasis con el que la Presidenta habla de las bondades del crecimiento económico. Bondades que contrastan a simple vista con Paraná Metal, cuyos operarios, a un paso del desempleo, bloquean una autopista. O con el gran Rosario, donde la nueva modalidad parece ser saquear trenes al mejor estilo Far West, aunque en este caso los “villanos” no busquen oro, sino sólo comida. Que la economía crece es un dato innegable. Por eso, es hora de preguntarse cómo se está redistribuyendo en este modelo. El caso de Cristóbal López -dueño de Paraná Metal y amigo íntimo del poder- y esos obreros que cortan la autopista tal vez lo responda por sí mismo.
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