Historiadores santafesinos como Cervera, Gori, Busaniche y Gianello no mencionan las sequías que asolaron esta región en 1883 y entre los años 1893 y 1894 y que fue considerada como "verdadero desastre nacional" según se consigna en el Semanario "La Agricultura" (1).
Dice la crónica publicada en La Agricultura que desde 1860-1861 no se había producido un infortunio semejante. Y agrega: "El cuadro que presenta la campaña en puntos donde no ha llovido desde tiempo atrás, es de desolación y ruina. Campos que antes llamaban la atención por la abundancia y calidad de sus pastos, están ahora completamente agotados por la falta de lluvias o por efecto de las quemazones. Muchos arroyos y lagunas considerados aguadas permanentes están completamente secos y los estancieros que fiaban en esas aguadas, no preocupándose en construir grandes pozos o jagüeles, pagan su imprevisión viendo desaparecer sus haciendas por falta de agua".
Otros cronistas y viajeros mencionan los problemas derivados de las sequías en estos términos. Dice Carrasco: "Muchos vecinos antiguos nos han contado que en las épocas pasadas llovía meses, siendo muy común que pasaran dos y aún tres meses sin que una ligera lluvia viniera a refrescar una atmósfera ardiente, aplacando las nubes y el polvo" (2).
A la sequía se refiere William Mac Cann así: "Las cosechas, sin embargo, son muy problemáticas, a causa de las duras sequías que suele sufrir este suelo y también la República. Esta sequía, secas, como la llaman aquí, son, a veces, generales, pero con frecuencia son regionales" (3).
Además de los daños derivados de las sequías y que se hacían sentir en las cosechas y en el pastoreo que resultaba insuficiente para el ganado, la sequía provocó la desaparición de aguadas naturales y arroyos que no volvieron a ser caudalosos como antes.
Hay opiniones diferentes en cuanto a la periodicidad de estas sequías.
El naturalista argentino Francisco Javier Muñiz -precursor de Burmeister y Ameghino- aseguraba que estas sequías se repiten cada 30 años y mencionaba las de 1770 y 1771, las de 1806 y la de 1830-1831 en "que el país fue afligido con esa calamidad y las terribles polvaredas que constantemente la acompañaron". Y agrega después: ..."en que perecieron más de dos millones de vacunos" (4).
Muchos relatos refieren que grandes zonas quedaron totalmente despobladas y carentes de toda vegetación.
Más adelante se producen las sequías de 1860-1861 y las de 1890-1893.
Sucedió a estas sequías un período de lluvias torrenciales, de 1834 a 1836. La gran sequía de 1839 fue también seguida de grandes lluvias.
Sin embargo, hubo muy escasa precipitación pluvial entre 1890 y 1894 y el mismo fenómeno se ha vuelto a repetir entre 1916-1918, en 1927 y 1929.
En los años 1827 al 1830 la provincia de Buenos Aires experimentó una terrible sequía "(...) en busca de aguas, enormes avalanchas de caballos y vacunos se dirigían a las márgenes del Paraná, donde se hundían en el fondo y sin fuerzas para salir por sus propios medios eran pisoteados por los grupos subsiguientes. Toda la provincia se convirtió en un desierto polvoriento...", según lo relata C. Skogman, un oficial sueco que participó de un viaje de la fragata "Eugenia" por América del Sur (5).
En 1879 hubo una grave sequía en la provincia de Buenos Aires.
Estanislao Zeballos escribió: "La seca reinante en estos territorios es por momentos espantosa y sus estragos inmensos. Las vacas mueren por falta de pastos y los ovejeros se verán obligados a matar los corderitos para salvar las débiles madres..." (6).
El Dr. Zeballos opinaba que las secas parecían ser periódicas: "...hubo seca en 1829 y en 1844; quince años después en 1859 hubo otra gran seca que ocasionó pérdidas enormes. Quince años más tarde en 1874-1878 fue casi todo de seca, aunque no general ni muy fuerte, hasta que en junio de 1893, la sequía causó inmensas pérdidas de ganado" (7).
Pensamos que sólo la gran entereza y el heroico temple de nuestros inmigrantes, pudieron matenerlos firmes en la empresa que tan amargos sinsabores les deparaba.
Hasta los poetas dedicaron sus versos a las sequías: "Era horrible aquel año la sequía/ un soplo abrasador/ de la tierra argentina calcinaba/ la fecunda y magnífica región" (8).
En nuestra zona precisamente en Bauer y Sigel hubo una tremenda inundación que comenzó en 1914 y se prolongó hasta 1915. En 1916 una espantosa sequía que se prolongó durante 8 ó 9 meses asoló la región lo que obligó a un retraimiento de todas las actividades agrícolas ganaderas (9). Estos fenómenos se repitieron en varios pueblos de la región.
Al parecer, es común que a las grandes sequías de largos y duros meses sin una gota de agua, empiecen grandes lluvias cuyos primeros chaparrones recibe la tierra agradecida, hasta que saturada, la sequía se convierte en inundación.
Lo hemos visto muchas veces en nuestra región y estos ciclos que a veces se atribuyen a la corriente de "EL Niño" o de "La Niña", trastornan el trabajo de los agricultores y el campo en el que no se podía sembrar por la sequía, no permite el ingreso de tractores o arados para roturar la tierra que se ha transformado en un lodazal.
Hasta muchas veces en estos últimos años hemos visto pasar la "tormenta de Santa Rosa", que es creencia general, mes de agosto, mes de lluvias, mes de Santa Rosa, patrona de la lluvia, sin una gota de agua. Siempre se espera para estas fechas una gran tormenta, tempestad o cosa parecida. Esta creencia viene desde antiguo, es tradicional y por lo tano digna de respeto y si no se produce hoy, vendrá un día o dos después o un día o dos antes del 30 de agosto. El campo espera esta fecha con ansiedad, la ciudad no tanto. El campo lo celebra con júbilo, la ciudad lamenta la falta de sol.
El fantasma de la sequía hace que se viva pendiente de los signos que anticipan la posibilidad de lluvia y en el medio rural hay personas que pronostican con gran exactitud basándose en las actitudes de los animales: la llegada de las hormigas voladoras, el canto de la perdiz pidiendo agua, o el sol poniéndose entre nubes, o el viento continuo después de la puesta del sol, etc. Hay una conocida copla que dice:
"Cuando la perdiz canta, nublado viene, no hay mayor señal de agua/ que cuando llueve".
Hoy, cuando se siente con todo su rigor una larga sequía de 8 meses, el campo espera confiado en que Santa Rosa traiga la tan ansiada "tormenta de Santa Rosa" con abundantes lluvias para regar la tierra sedienta.
La autora es miembro del Centro de Estudios e Investigaciones Históricas.
(1) Semanario "La Agricultura" 1 de febrero de 1894.
(2) Carrasco, Gabriel. Descripción geográfica y estadística de la Provincia de Santa Fe. 4ta. edic. Buenos Aires, Im.Lit. y Enc. de Stiller e Laass, 1986.
(3) Mac Cann, William. Viaje a caballo por las provincias argentinas.
Buenos Aires, Ferrarir 1839.
(4) Muñiz, Francisco J. -Comunicación sobre el Cow pox, a la Real Sociedad Ternerariana de Londres. Luján, 20 de enero de 1842.
(5) Skogman, C. Viaje de la Fragata sueca "Eugenia" (1850-1853), Solar, 1942. Skogman estaba encargado de las observaciones náutico- astronómicas y fue designado por la Real Academia de Ciencias para colaborar en las observaciones físicas.
(6) Zeballos, Estanislao S. Viaje al país de los araucanos, edi. 1934, pág. 31.
(7) Zeballos, ibídem (8) Obligado, Rafael. Poesías. 4ta. edi. Buenos Aires, Espasa Calpe 1948 (9) Aburra, Elvio. Historia de Bauer y Sigel en: 1ras. Jornadas de Historia Regional. Rafaela, Centro de Estudios e Investigaciones Históricas, 1988. Pág. 16.
|
|
|