Quisiera formular algunos comentarios sobre el proyecto de creación de la Administración Provincial de Recursos Hídricos de Córdoba (Aprhi).
En principio, podemos concluir que esta es una ley necesaria para ordenar el sector de los recursos hídricos de la provincia, pero adolece de una desconsideración imperdonable, al no jerarquizar por igual el abastecimiento de agua potable y el saneamiento de las poblaciones de nuestra provincia, que son una necesidad y un reclamo casi históricos y que en el pasado desarrollara la ex Obras Sanitarias de la Nación (OSN).
La inoperancia manifiesta de la actual Dirección Provincial de Aguas y Saneamiento (Dipas) reclamaba a gritos hacer algo para cambiar esta inercia que todos conocemos. Si para que cambie hacía falta una nueva ley o no, depende del texto y del impulso que le dé el Gobierno provincial. Yo creo que es una condición necesaria, pero no suficiente. Por lo pronto, ha quedado postergada la jerarquización del organismo responsable del abastecimiento del agua potable y de los sistemas cloacales de nuestra población.
La intención del proyecto parece apuntar hacia uno de los dos objetivos fundamentales de la problemática del agua, que es la administración eficiente de nuestros recursos hídricos, como lo prevé el Código de Aguas, pero al mismo tiempo no parece jerarquizar a uno de los usos del agua cada vez más importante acá y en el mundo, que es la provisión de agua potable y desagües y tratamiento de líquidos cloacales, por el que tanto bregó el presidente Domingo Faustino Sarmiento al crear Obras Sanitarias.
Todos sabemos que este organismo fue desarmado en todo el país por el gobierno militar de Jorge Rafael Videla un siglo después, en 1980, mediante las transferencias sin fondos de las distintas dependencias a las provincias. De ahí en más, cada provincia improvisó como pudo en el mantenimiento de esos servicios esenciales para la población.
Fusión en Córdoba. En Córdoba, se fusionaron las dos instituciones que tenían en común el agua, pero que funcionalmente compartían muy poco. Una, la Dirección Provincial de Hidráulica (DPH), que cuidaba y administraba el agua escasa, y la otra –Epos, ex OSN– que proveía de agua potable y desagües cloacales a las poblaciones, mediante el tratamiento y el control de calidad más avanzados de la época.
Entiendo que hace falta la creación de un organismo fuerte, con suficientes medios económicos y con infraestructura capaz de manejar y controlar con eficiencia el recurso hídrico, pero no advierto que se le dé igual importancia al abastecimiento de agua a las poblaciones chicas y grandes, ubicadas a lo largo y ancho de la provincia. Esto debería incluir la implementación de una red de control de calidad, mediante un laboratorio central eficaz y actualizado, que permita detectar a tiempo cualquier contaminación.
Mientras tanto, entre tantas falencias, la Dipas carece de laboratorio propio. El último que tenía fue borrado por la venta del terreno que ocupaba, en el que actualmente se desarrolla el emprendimiento urbanístico Capitalinas.
*Ex jefe del Laboratorio Epos-Dipas |
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