La privatización de las empresas del Estado, especialmente de YPF, sumada a la crisis maderera y a las tragedias naturales ocurridas en los últimos años, destruyeron el tejido social de Tartagal. A pesar de los esfuerzos, aún hoy la comunidad atraviesa dificultades a nivel laboral, educativo y sanitario.
Al respecto, el intendente Sergio Leavy explicó que son muchas las obras que se concretaron y otras tantas se encuentran en ejecución, pero resaltó que su gestión ahora se encuentra abocada, fundamentalmente, a “recuperar la cultura del trabajo” como condición indispensable para que el desarrollo sea posible.
Tras los conflictos sociales y desastres naturales que sufrió el pueblo tartagalense en las últimas décadas, ¿a qué desafíos se enfrenta hoy el municipio?
Desde el Estado municipal nos encontramos abocados, fundamentalmente, a recuperar la cultura del trabajo. Nuestra sociedad, en su conjunto, se enfrenta al duro desafío de reconquistar la dignidad.
¿Y cómo se piensa lograrlo?
A través de capacitación y brindando a nuestra gente posibilidades de desarrollarse, por ejemplo, mediante la conformación de cooperativas. Hemos ayudado a formar uno de estos grupos de trabajadoras en el rubro textil, a quienes les encargamos la confección de la indumentaria que utiliza el personal municipal. Esta es una pequeña muestra de cómo funciona este sistema y cómo el Estado busca apoyar su desarrollo. Tras el alud de febrero de 2009 había 109 pymes trabajando en diversas obras en la ciudad de Tartagal. Hoy muchas de ellas crecieron y fueron cortando el cordón umbilical con el Estado y se abrieron camino en diversos rubros, como el agroindustrial y el ganadero.
¿Cómo consiguieron atenuar la cantidad de cortes en las rutas?
Hoy mucha de la gente que en otros tiempos cortaba la ruta trabaja en la Municipalidad. El costo político de esa situación es altísimo, pero no es menos cierto que se logró solucionar en gran parte la problemática, a pesar de que algunos grupos insisten en continuar con ese sistema. Sin embargo, en general, disminuyeron bastante. Ahora hay que avanzar en otro rumbo, en busca de que la gente consiga un trabajo genuino, con su incorporación al circuito productivo.
También se armó una Mesa Multisectorial, conformada con representantes del Concejo Deliberante, comunidades aborígenes, líderes barriales y entidades civiles. A través de este esquema de trabajo se está concertando una distribución equitativa de proyectos de construcción de módulos (pequeñas unidades habitacionales). Actualmente se encuentran en ejecución 60 viviendas básicas, en las que trabajan más de 300 familias.
El problema del agua potable no es un tema menor, ¿cuál es el panorama?
Si bien se avanzó en este aspecto, aún queda un 20% de la población sin acceso al agua potable, con todos los riesgos sanitarios que esa situación conlleva.
¿Cómo se abastece esa gente?
En algunos casos, con canillas comunitarias y en otros les llevamos agua en cisternas de la Municipalidad. Esta carencia se sufre, sobre todo, en las zonas altas. No hablo de zonas rurales, sino de que esto se presenta en plena ciudad. En este aspecto, el notable crecimiento demográfico en la zona nos juega en contra.
En este aspecto, ¿cómo está respondiendo el dique Itiyuro?
El Itiyuro, lamentablemente, no nos sirve como fuente de abastecimiento de agua potable. Aquí falta mucha inversión del Estado nacional, provincial y municipal durante muchos años para que pueda revertirse esta situación que hoy preocupa.
Sin embargo, trabajamos en la ejecución de 16 obras en lo que hace a la ampliación de la red de agua potable y de cloacas. El nivel de obras de los últimos años es muy alto, lo que nos permitió dar mucho empleo. Construimos dos puentes, diseñamos una costanera en el río Tartagal, se pavimentaron más de 80 cuadras, construimos 400 casas para aborígenes, otros 400 módulos o viviendas básicas, tres plazas, un paseo a la vera de la ruta nacional 34, 10,5 kilómetros de cloacas sólo en Villa Saavedra. Avanzamos en el tendido de la red de iluminación pública y de gas natural. En este último aspecto, ejecutamos un programa para la instalación domiciliaria subsidiada, y hasta les instalamos cocinas nuevas.
Se dijo que muchas viviendas, por causa de la precariedad de sus materiales, no podían acceder a este beneficio.
Es cierto, es por eso que ayudamos a que muchas familias puedan construir un sector de la vivienda con material, con las condiciones necesarias para la instalación de los servicios correspondientes.
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