Los acuíferos son formaciones geológicas capaces de almacenar y suministrar agua que están en todas partes, aunque no siempre se ven. En Santa Fe son como un gigantesco depósito de agua subterránea que está debajo de la ciudad. La gente los llama “las napas”, pero los científicos insisten en que el nombre correcto es acuíferos. Lo más importante es que están en permanente movimiento. Y que para las ciudades es fundamental conocer con certeza su nivel porque cuando está cerca de la superficie puede producir problemas estructurales e inundaciones.
Por eso, el Grupo de Investigaciones Hidrológicas de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (Fich) instaló una red de 23 estaciones para monitorear el nivel de agua subterránea en distintos barrios de Santa Fe. Es un dato central para evaluar la vulnerabilidad de una zona de la ciudad ante la posibilidad de que se produzca un temporal con precipitaciones intensas. Es que si “la napa” está muy cerca de la superficie del suelo, la capacidad para absorber el agua de lluvia se reduce y es más probable que se produzcan anegamientos en las zonas que no están impermeabilizadas, que aumente el escurrimiento hacia los reservorios y que se inunden los sótanos y las fosas de los talleres mecánicos, en muchos otros problemas.
Esta red de monitoreo todavía está en etapa de ajuste, pero ya está generando los primeros informes que se entregan a la Subsecretaria de Recursos Hídricos de la Municipalidad. “Para nosotros es una herramienta muy interesante para evaluar escenarios de riesgo, que se complementa con los sensores de nivel que instalamos en los reservorios”, explica Felipe Franco, subsecretario de Recursos Hídricos.
El objetivo de mediano plazo es que la red genere información constante y en tiempo real (en este momento las mediciones de nivel son mensuales). Los datos del nivel acuífero se pueden cruzar con los que surgen de los monitoreos del Río Paraná y del Salado, y con las alertas meteorológicas que emite el radar que está instalado en el Inta Paraná, para así adelantar probabilidades de riesgo para distintos barrios de la ciudad.
El acuífero de Santa Fe es un sistema complejo y cambiante. “Porque está en el valle de inundación de los ríos Paraná y Salado”, precisa Mónica D’ Elia, docente e investigadora de la Fich, y directora de este proyecto, que en realidad se denomina “Protección de la calidad del agua subterránea en el centro-norte de la ciudad de Santa Fe”.
El Litoral acompañó esta semana a D’ Elia, y a la becaria María Lina Pagliano, a medir la profundidad del agua subterránea en una estación ubicada en Guadalupe Oeste. El método es rápido y sencillo. Conectaron una netbook a la unidad de almacenamiento de un equipo de registro continuo instalado en la perforación, en donde se almacenan los datos del nivel de “la napa” que se obtuvieron en ese período de tiempo (30 días). Después chequearon con una sonda manual el nivel de agua subterránea para verificar el dato en el momento de la medición. El proceso confirmó que el acuífero estaba a 5,27 metros de la superficie en ese punto de la ciudad.
Zonas de vulnerabilidad
El agua subterránea no tiene la misma profundidad en los distintos barrios de la ciudad. La meta es establecer zonas de vulnerabilidad en cuanto al nivel del acuífero y a los posibles focos de contaminación. Las mediciones que se tomaron desde octubre del año pasado hasta setiembre muestran como se comporta el agua subterránea en un año “llovedor”, al menos hasta el otoño, por el impacto del fenómeno de “El Niño”.
En el arranque de la primavera, el nivel de agua subterránea estaba bajo, como sucede ahora. Pero las tormentas de la primavera, los chaparrones del verano y las lluvias de comienzos del otoño “recargaron” el acuífero hasta llevarlo a pocos centímetros de la superficie en marzo, en algunos barrios del norte de Santa Fe. “También sabemos que hay una relación entre el nivel del acuífero y la altura del río Salado y de la Laguna Setúbal que estamos estudiando”, aclara D’ Elia.
Los investigadores de la Fich también quieren analizar el impacto de los focos potenciales de contaminación en el norte de la ciudad. En esa zona, una buena parte de la población no tiene servicio de cloacas y utiliza pozos ciegos. Este puede ser un factor que podría afectar la calidad del agua subterránea, lo mismo que los agroquímicos que se usan en la zona de quintas e incluso el relleno sanitario. “No necesariamente están contaminando pero es bueno controlarlo y verificarlo para estar seguros”, explica D’ Elía. Esta etapa de la investigación recién comienza a implementarse.
El proyecto de “Protección del agua subterránea del centro-norte de la ciudad de Santa Fe” fue financiado, en una primera etapa, con fondos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Ministerio de Ciencia y Tecnología), y en la actualidad por la Secretaria de Estado de Ciencia e Innovación del Gobierno de Santa Fe.