En pleno siglo XXI y a solo 300 metros del aeropuerto de la turística Isla Colón, más de 300 familias de escasos recursos siguen viviendo, desde hace cinco años, en los manglares, rodeadas de aguas negras y aspirando la miasma que estas expiden.
Se trata de la barriada La Solución, cuyo nombre no hace honor al calvario que soportan sus residentes.
El presidente de la junta local del lugar, Eduardo Medrano, informó que la tina de oxidación de la planta de tratamiento de aguas negras instalada por la empresa contratada por el Gobierno no opera de forma regular.
Sin embargo, para los residentes, esta es la antesala de un peligro potencial mayor, ya que varias autoridades, como lo es el diputado Mario Miller y el alcalde de la isla, José Anderson, les han advertido que una vez la planta empiece a operar a plenitud emitirá gases más tóxicos que los que ahora libera la tina de oxidación.
Frente a esta amenaza, Medrano señala que los residentes esperan una respuesta concreta al problema, ya que si bien el agua está siendo tratada, la tina adolece de filtraciones de aguas residuales que condenan a más de 300 familias a seguir viviendo entre aguas negras.
Hace poco, se obligó a la empresa a efectuar una nueva revisión del proyecto, cuyo costo es de $2.3 millones, aparte de que falta aún por instalar el sistema eléctrico.
Luis Polanco, director provincial del Consejo Nacional para el Desarrollo Sostenible, informó que se espera la evaluación final del proyecto para entregarlo al Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan).
Pero Anel Araúz, director provincial del Idaan, estima que la mejor solución para estas más de 300 familias es su reubicación en otra área de Isla Colón.
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