Desde la autopista Santa Fe-Rosario se puede ver un rancherío que se fue asentando sobre el lecho del río Salado. Una postal que da cuenta de la pobreza y marginalidad, con el consiguiente riesgo ante una crecida del río. La zona, que se ha ido poblando en el último tiempo, es sumamente vulnerable.
Del otro lado del anillo defensivo -al oeste de la ciudad-, vive Daniel. Desde hace un año, este hombre de 46 años se ocupa de criar chanchos. Como él, hay muchas personas que aprovecharon -en su momento- la bajante del río y se asentaron en su lecho.
A la vera de la autopista, a la altura del primer puente que cruza el río, se puede ver uno de los últimos asentamientos. Allí vive un hombre que vende pescado, comentan los que conocen la zona. El lugar es estratégico: cerca del río y con un alto tránsito diario, ideal para conseguir potenciales compradores.
La mayoría de los que ocupan el valle del Salado, lo hacen porque tienen alguna actividad por la zona: la cría de chanchos, la pesca o el cirujeo son las más frecuentes.
Peligro consciente
“¿Usted es consciente de que, ante la primera crecida, se va a tener que ir?”, le preguntó El Litoral a Daniel, el cuidador de chanchos. “Sí, estoy consciente de eso. Pero bueno, si llega a pasar, habrá que sacar todas las cosas para irse. Igual, nos pusimos bien en contra de la defensa, para estar lo más lejos posible del agua”, contestó, con un tono de resignación más que de preocupación.
Daniel es el encargado de cuidar cerca de 200 chanchos y 5 caballos. Su señora lo acompaña y ayuda con las tareas domésticas. Aunque aclaró que él está ahí sólo por trabajo, ya que tiene su propia casa en Los Naranjos.
“Todo esto es por el trabajo. Yo tengo mi casa atrás del Sayago, así que si me tengo que ir, yo tengo a dónde ir”, comentó.
“En este año que llevan acá, ¿vino alguien de la Municipalidad a decirles que se tienen que ir?”, continuó preguntando la cronista. “No; nunca”, respondió rotundamente.
Como él, muchos otros viven en condiciones precarias, sobre el lecho del río. Aunque saben que la zona es inundable, esto no les impide armarse una casilla con chapas.
La autoridad de aplicación es la provincia
El director de Riesgo de la Municipalidad de Santa Fe, Eduardo Aguirre Madariaga, reconoció que existe “una situación socioeconómica innegable que producen migraciones internas que derivan en este tipo de asentamientos”.
Frente a esto, recordó que existe un proyecto de reordenamiento urbano que “espera su aprobación en el Concejo Municipal y que establece cuáles son las zonas de crecimiento seguro de la ciudad”.
De todos modos, la provincia también está involucrada en la problemática. “Los ríos son de dominio provincial. A pesar de que estén dentro del ejido de la ciudad, la autoridad de aplicación debería ser provincia. Por eso es que también estamos reclamando un nuevo Código de Aguas o Ley de Aguas, que sería un principio ordenador para establecer competencias y atribuciones”, resaltó Aguirre Madariaga.
En estos momentos, existe un proyecto en la Legislatura, pero tampoco fue aprobado.
El funcionario reconoció que “se deben encarar acciones conjuntas porque, lo peor que podemos hacer, es alentar estas situaciones. Estas personas nunca serán propietarias de la tierra y vivirán en forma permanente en la inseguridad. Son construcciones ilegales y lo sabemos. Estamos trabajando para encontrar salidas, que deberán ser en conjunto con la provincia”.
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