“El conflicto no está terminado. Seguimos rechazando firmemente la presencia de Botnia en nuestra región”. La frase en boca de Paola Robles se ofreció como síntesis de por qué los gualeguaychuenses cortaron otra vez ayer, por más de dos horas, la ruta internacional 136, desafiando incluso la judicialización de estas acciones que viene encarando el gobierno nacional.
A las 16:15, los asambleístas atravesaron banquetas en la calzada, pusieron caballetes y tablones sobre los que amasaron tortas fritas, y repartieron chocolate caliente a todos. Incluso, a los gendarmes que con cámaras filmadoras y fotográficas tomaban imágenes de los presentes para luego informar al Juzgado Federal de Concepción del Uruguay. El juez Gustavo Pimentel ordenó que se registre todo lo que ocurra, se elabore una lista de nombres y se secuestre los vehículos que eventualmente estacionen sobre el asfalto. Todo ello, con previa advertencia a los asambleístas.
Estos informes e imágenes ya tuvieron un resultado concreto: la fiscal federal Milagros Squivo pidió a Pimentel la indagatoria de 15 asambleístas por el primero de los cortes de septiembre. Deberán presentarse a declarar entre el 3 y el 5 de noviembre. “Y la semana que viene vendrán más citaciones por los cortes del 12 y de hoy 19”, dijo a Clarín una fuente judicial, Para los asambleístas, esto es amedrentamiento e intento por parte del gobierno de terminar con la oposición a la cuenca pastera en el Río Uruguay. “Estoy citado a indagatoria; tengo 67 años, nunca antes fui a un Juzgado-- dijo Juan Carlos Barrios-- ¿De qué Justicia me habla el Gobierno, cuando no es capaz de acatar el fallo de la Corte Suprema, que le ordena reponer en su puesto a un funcionario de Santa Cruz? Si los propios gobernantes no hacen caso, ¿nos van a juzgar a nosotros?” A ambos lados del corte se formaron colas de viajeros que debieron esperar dos horas para seguir su camino. Carlos Loustau venía de Colonia con su esposa. En el control aduanero le aseguraron que no había corte de ruta, lo mismo que a los dos micros brasileños que venían de Belho Horizonte con 50 pasajeros cada uno. “Con estos cortes no van a lograr nada --dijo Carlos-- No es la forma. Yo no quiero tampoco a las pasteras. Muchos uruguayos no las queremos. Lamentablemente, los malos gobiernos nos han obligado a aceptar estos dineros como vienen, limpios o sucios. Pero esta gente no logrará nada así”. Junto a él, varios viajeros más opinaban, unos a favor, otros en contra.
Irene, una asambleísta, se acercó: “Mis dos abuelos son uruguayos, y yo canto el Himno Oriental y lloro. Pero creo que tenemos que defendernos. No podemos bajar los brazos. Tengo esperanzas todavía”, les dijo.
“Ustedes nos perjudican a nosotros, que tenemos viejos y bebés en los autos y queremos llegar a destino”, le respondieron. “Y a nosotros nos contaminan”, contrarrestaba Irene. “Al final, lo que logran los gobiernos es esto: hacer que nos peleemos entre nosotros, el pueblo”, terció Blanca, una uruguaya que viajaba a Buenos Aires.
Dentro de la Asamblea, el tema también es controvertido. Un grupo, que ayer no fue, insiste en que no es tiempo de más cortes.
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