BP PLC finalmente consiguió sellar su pozo rebelde en el Golfo de México, pero navegar la creciente avalancha de demandas e investigaciones podría resultar tan o más difícil que detener el derrame. La operación cierra oficialmente uno de los capítulos más traumáticos en los 102 años de historia del gigante petrolero británico, pero aun así, la empresa enfrentará meses de limpieza y una serie de investigaciones que podrían distraerla durante años.
BP también encara multas multimillonarias por contaminar el Golfo de México, demandas civiles de trabajadores de las plataformas petroleras y pescadores, y reclamaciones de sus propios accionistas. Tal vez lo más perjudicial sea la incertidumbre en torno a las responsabilidades de la petrolera. BP podría recibir multas de hasta US$1.100 por cada barril de crudo derramado, o US$4.300 por barril se si determinase que hubo negligencia flagrante por su parte, lo que significaría que podría tener que pagar hasta US$18.000 millones.
Un veredicto de negligencia flagrante también absolvería a los otros copropietarios del pozo, Anadarko Petroleum Corp. y la japonesa Mitsui & Co., de cualquier responsabilidad por el accidente y sus consecuencias. "El punto clave ahora es si la investigación incriminará o exonerará a BP", sugiere Fadel Gheit, analista de Oppenheimer & Co. "Si ocurre lo primero, tendrá que cargar con todo el costo".
BP ya aceptó cierta responsabilidad, pero también atribuyó buena parte de la culpa a los contratistas involucrados: Halliburton Co., que puso el cemento en el pozo; y Transocean Ltd., dueña y operadora de la plataforma. Una investigación interna identificó este mes ocho errores cruciales que en conjunto causaron la catástrofe. El informe señala que sólo uno de los ocho errores era responsabilidad directa de BP, y que incluso éste era en realidad compartido con Transocean.
Aún así, la incertidumbre sigue pesando sobre el papel de BP y esa, según los analistas, es una de las razones por las que la reacción de los mercados bursátiles al logro de BP de tapar el pozo sigue siendo tan cautelosa. Desde el 15 de julio, cuando el pozo dejó de verter petróleo al mar, su acción se ha mantenido prácticamente invariable.
BP se ha convertido en un continuo blanco de críticas desde la explosión que hundió su pozo petrolero en la costa del estado de Louisiana, en Estados Unidos. Cuando sus intentos por detener el derrame fracasaron, BP pasó por una de las mayores crisis jamás sufridas por una compañía que cotice en la Bolsa de Londres. Su acción perdió más de la mitad de su valor entre el 20 de abril y el 25 de junio, BP tuvo que suspender su dividendo por primera vez en 18 años y divulgó una pérdida de US$17.000 millones en el segundo trimestre.
BP adoptó medidas drásticas para salvar lo que a veces parecía un barco a punto de naufragar. Para aliviar un poco la presión política, aceptó reservar US$20.000 millones para indemnizar a las víctimas del derrame. BP afirmó también que vendería US$30.000 millones en activos y contabilizó un pago de US$32.000 millones antes de impuestos para financiar los costos del vertido. Además, despidió a su presidente ejecutivo, Tony Hayward, que se convirtió en el blanco de la indignación del público. En su reemplazo colocó al estadounidense Bob Dudley.
La cotización de BP se recuperó levemente, subiendo más de un tercio tras caer a fines de junio a un mínimo de 14 años.
Aún así, la empresa sigue enfrentando vientos en contra, dada la total incertidumbre sobre su futuro en EE.UU.
Una propuesta aprobada en la Cámara de Representantes de EE.UU. impediría que BP consiga nuevas licencias para la exploración en mar adentro. Sin embargo, cualquier amenaza contra los negocios de la petrolera en EE.UU. podría hacer sonar las alarmas entre los inversionistas. BP es el mayor productor de petróleo en aguas profundas del Golfo de México y casi duplicó el volumen de crudo extraído en la región en los últimos tres años, a casi 450.000 barriles de equivalente de crudo diarios. EE.UU. representa 26,6% de la producción mundial de petróleo y gas de BP.
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