Rodeados de porquería. Al que no le cae el hollín de los cañaverales quemados le toca cruzar con la nariz tapada por una esquina inundada de líquidos cloacales. Por supuesto, eso siempre sonará más saludable que intentar darse un chapuzón en el río Salí, porque cualquier gota de agua que uno ingiera puede bastar para que una bacteria fecal se cuele en su humanidad y acabe con la salud estropeada, según un reciente peritaje judicial.
Algo huele mal en Tucumán. Y no se trata de la montaña de residuos que a todos avergüenza, sino de un Gobierno que a la vuelta de siete años sólo parece haber hecho fuerzas por esconder la basura debajo de la alfombra. Como en casa, cuando llegan visitas y uno está apurado.
Pura desidia. Los análisis que acaban de revelar que Pacará Pintado contamina el aire, el suelo y el agua llegan tan tarde como el anuncio del gobernador, José Alperovich, de que en 15 días comenzaría a funcionar el predio de Overa Pozo. La historia reciente de la política ambiental oficial es tan rica en desaciertos e improvisaciones como la planta de ¿tratamiento? de los desechos en emisión de gases contaminantes, según las pericias. Y no es una comparación antojadiza. El propio Alperovich había dicho en abril de 2009 que la basura iría al este tucumano en 90 días; luego, que antes de las lluvias de verano; hoy, que dentro de un par de semanas.
Narices irritadas
Es la contaminación de la palabra. Porque con las promesas vacías se podría llenar una celda del tamaño de las que en Pacará Pintado se cubren con desechos. Las advertencias sobre la inconveniencia de que ese predio reciba residuos por tanto tiempo vienen desde 2004, cuando ya el escándalo del basural de Los Vázquez irritó hasta las narices mismas del poder político y no quedó más alternativa.
Hasta Sisto Terán, de quien nadie dudaría su linaje alperovichista, bramó en el recinto legislativo hace cinco años. "Fue una solución transitoria, y digo fue porque ya no es más. Es mentira que Pacará Pintado aguanta seis meses más. Ya no aguanta. Si rápidamente no lo hacemos, el problema se nos va a hacer insostenible", alertó el legislador en la sesión del 16 de agosto de 2005, cuando se sancionó una ley marco general para el tratamiento de la basura. En definitiva, la Provincia asumía la responsabilidad de la gestión.
Pero si amontonan residuos, porque no habrían de poner un parche sobre otro en la legislación. Empezó su segundo mandato y el Gobierno se recicló como no lo hace con los desechos que se juntan: devolvió la responsabilidad de la problemática a los intendentes y a los delegados comunales. Simplemente, se lavó las manos con la misma agua que apagó el llamativo incendio originado el 27 de octubre. Casualmente, dos horas después de finalizada la inspección dispuesta por la Justicia y en la celda 7, cuyas muestras recogidas fueron declaradas nulas por Saneamiento Ambiental del Siprosa.
Marrón oscuro
Así como el agua que corre por las napas de Pacará Pintado es color marrón oscuro, de acuerdo a las pericias, hay situaciones por demás coloradas. Ningún intendente pondera las virtudes de Mario Delfor Criado en una charla de café. Sin embargo, la empresa que representa recibió en 2004 de la Provincia un adelanto de $ 500.000 para obras. Ahora, pese a que Pacará Pintado parece ya no servir, sí servirán sus servicios en un predio que pone el Estado y cuyas inversiones de infraestructura (caminos de acceso, cercado, dotación de agua y de electricidad) viene haciendo el mismo Gobierno. Se ve, el negocio de la basura es redituable para algunos y bastante costoso para muchos otros, los tucumanos.
Los especialistas en medio ambiente suelen repetir que todos dejamos una huella ecológica a lo largo de nuestras vidas. Hasta aquí, las pisadas de este Gobierno prometen ser más grandes que las del Yeti. Y eso que en Tucumán rara vez nieva. Lo que cae del cielo, cada vez con mayor frecuencia, es porquería.
Así como el agua que corre por las napas de Pacará Pintado es marrón oscuro, hay situaciones coloradas. |
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