El buque pesquero de bandera brasileña que encalló frente a las costas de la Barra del Chuy se convirtió en un peligro ecológico. La Prefectura Naval teme que la nave ocasione un derrame y que las redes pongan a los bañistas en peligro.
El Haissa F quedó reducido a maderamen y un amasijo de artes de pesca. La investigación del incidente ocurrido en la madrugada del 10 de septiembre reveló que el buque no estaba pescando ilegalmente en aguas uruguayas. Ahora la preocupación de la Prefectura Nacional Naval es que la propia nave se transforme en un potente contaminante en la zona.
"El barco se destrozó completamente después de tres días seguidos de mal tiempo", dijo a El País el capitán Caryl Borderre, prefecto naval de La Paloma. "Nos hemos puesto en coordinación con el armador para que retire cuanto antes los restos, pero no es una operación sencilla y además tampoco ayudan las condiciones del tiempo", señaló.
El Haissa F quedó varado sobre un banco de arena, a unos 60 metros de la costa en la zona de la Barra del Chuy. La embarcación de pesca fue empujada hasta ese lugar por el fuerte temporal que se desató en esos momentos y que golpeó con particular fuerza sobre la costa atlántica en esas fechas.
Desde entonces el buque permanece a merced del intenso oleaje de la zona, que ha provocado destrozos totales. Si bien los daños aún no alcanzaron al motor y, en particular, al tanque de combustible, se teme que al empeorar las condiciones climáticas una eventual perforación del tanque pueda ocasionar un derrame.
"Nuestra división contaminantes ya fue alertada y después de analizar el tema nos indicaron que aún en caso de derrame la mancha se diluiría rápidamente", explicó el prefecto.
También la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) fue notificada de la situación, aunque se espera que el daño ecológico no sea de entidad. Mientras tanto, operarios contratados por el armador trabajan diariamente en el retiro de los restos.
El otro aspecto que preocupa a las autoridades tiene que ver con las artes de pesca. Varios lugareños aprovecharon la ocasión para hacerse con restos de redes, que pueden ser utilizadas en la pesca artesanal. Pero el mayor problema son aquellos restos de redes que permanecen bajo la superficie.
"Esto representa un riesgo posterior para los bañistas que van a la zona", explicó el prefecto Borderre, "dado que hay un banco de arena en el lugar muchos pueden, por curiosidad, acercarse a ver y tener problemas con esas redes".
De todos modos se espera que para el comienzo de la temporada el armador haya conseguido rescatar la totalidad de los restos de la embarcación. De hecho, se estima que los trabajos llevarían algo más de un mes en la zona.
Investigación. Luego de registrarse el incidente, la Prefectura Naval notificó a la Justicia y abrió una investigación. Se presumía que el buque de bandera brasileña podía estar pescando ilegalmente. La presunción no era descabellada, los avistamientos de buques que practican la pesca ilegal son frecuentes en la zona, un promedio de tres por semana según confiaron las autoridades. Los pesqueros ilegales suelen salir en grupos de hasta 15 embarcaciones que entran a aguas jurisdiccionales uruguayas en busca de zonas menos depredadas por la pesca como ocurre en las costas brasileñas.
Luego de asistir a los nueve tripulantes del Haissa F, siete de los cuales debieron ser rescatados por los efectivos navales, la Prefectura inició la investigación. "La conclusión fue que no estaba pescando en aguas uruguayas", indicó Borderre.
"Como no había ilegalidad fue más fácil acceder a los registros, en este caso como en la mayoría de los buques pesqueros, salen con conexión de GPS", explicó el prefecto.
El personal naval accedió a la conexión y logró hacer el seguimiento satelital de la ruta. "Se hizo todo el rastreo desde el momento del accidente y se vio claramente que hasta ese momento el buque estaba pescando dentro de los límites brasileños y que con la tormenta fue empujado fuera de los límites hacia acá".
Las conclusiones de estas actuaciones fueron elevadas al tribunal marítimo con sede en Montevideo, el órgano encargado de la investigación de accidentes marítimos que interviene en estos casos.
De momento, parece claro lo ocurrido hace diez días en la Barra del Chuy. "No hubo un delito, sí hubo un accidente marítimo", señaló el prefecto.
La "ley del mar", más implacable e inapelable que la ley humana como bien saben los marinos, se cobró su pena y perdonó, aunque por muy poco, a los nueve marineros que lograron salvarse.
La cifra
30 días es, como mínimo, el tiempo que tomará la recuperación total de los restos de la embarcación pesquera encallada.
La pesca ilegal es constante
La pesca ilegal es, a esta altura, una constante en esa zona del Océano Atlántico. En ocasiones la fuerza naval ha llegado a avistar hasta 15 embarcaciones juntas pescando en una misma zona. Navegan de noche y suelen eludir los radares. De acuerdo con la información reunida por los investigadores navales, se trata de un grupo definido de empresas, en su mayoría brasileñas, que envían sus flotas al mar. Aunque no está probado que instiguen la pesca ilegal, la superexplotación fuerza a los buques a buscar zonas menos depredadas como la uruguaya. En lo que va de 2010 la Armada ha apresado y conducido a la costa a tres embarcaciones pesqueras a las que, efectivamente, se les comprobó la pesca ilegal. En dos de estos casos la Justicia dictaminó multas de US$ 40.000, en un caso, y de US$ 45.000, en otro.
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