Los hielos y glaciares del Ártico podrían desaparecer por completo en la segunda mitad del siglo, afirmó el director del Observatorio Geofísico Voeikov de Rusia, Vladímir Kattsov.
"El hielo ártico podría dejar de ser permanente a partir de la mitad de este siglo, mucho antes de lo que se pensaba hasta ahora", afirmó Kattsov en un foro internacional sobre el futuro del Ártico que comenzó en Moscú.
Kattsov alertó de que, según las recientes observaciones por satélite de la región, la superficie de hielo en el Ártico se ha reducido a un mínimo histórico.
Según los expertos, este deshielo provocará un aumento significativo del nivel del mar en todo el mundo, que podría derivar en la inundación de islas y territorios costeros, así como en la destrucción de ecosistemas y la desaparición de numerosas especies.
"La temperatura media en el Ártico ruso ha crecido en los últimos cien años el doble de rápido que en el resto de la Tierra", agregó Bedritski, quien señaló que "el derretimiento de hielos eternos ('permafrost') afecta ya a la vida económica de la zona ártica rusa".
Ambientalistas y políticos de todo el mundo, a los que se podría sumar el primer ministro ruso, Vladímir Putin, se reúnen en Moscú para debatir los efectos del cambio climático en el Ártico y los intereses internacionales sobre esa zona.
La necesidad de delimitar las fronteras marítimas en el océano Ártico, que alberga la cuarta parte de las reservas mundiales de hidrocarburos, urge cada vez más a los países implicados debido al deshielo.
Rusia, Canadá, Dinamarca, Noruega y Estados Unidos -los cinco países con costa ártica- protagonizan desde hace décadas una pugna por los miles de millones de toneladas de crudo y gas que alberga la disputada región.
Sólo el mar de Bárents, cuya soberanía se repartieron recientemente Rusia y Noruega a partes iguales, alberga decenas de miles de millones de toneladas de crudo y gas.
"El sector ruso del Ártico, donde vive cerca del 1,5 por ciento de la población del país, proporciona alrededor del 11 por ciento del producto nacional y representa el 22 por ciento del total de las exportaciones", afirmó el asesor sobre cambio climático de la Presidencia rusa, Alexánder Bedritski.
Sin embargo, llegar a un consenso supone una ardua tarea, puesto que cada país tiene una concepción diferente de sus territorios.
Recientemente, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, afirmó que la soberanía del lecho marino del océano Glacial Ártico entre Canadá y Rusia deberá resolverse según el derecho internacional.
El jefe de la diplomacia rusa señaló que su país reúne en la actualidad nuevas pruebas que planea presentar a la ONU en 2013 para revisar los límites de la plataforma continental rusa, en que Moscú pretende incluir la cordillera Lomonósov.
La Convención de la ONU de 1982 estipula que la cordillera submarina Lomonósov no pertenece al territorio de un Estado determinado, sino que es una zona con un estatus especial.
Eso sí, también indica que la zona económica de un país puede extenderse más allá de las 200 millas marítimas, si la plataforma continental supera esos límites.
Otros países con intereses en la zona, como Estados Unidos, Canadá o Dinamarca, han criticado los métodos utilizados por Rusia para defender sus derechos sobre el Ártico, y tienen previsto presentar solicitudes similares ante la ONU.
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