Julio De Vido no sólo tendrá, en 2011, un megapresupuesto millonario en pesos y en dólares. También podrá comprometer gastos asombrosos , por su magnitud y consecuencias, según consta en planillas del proyecto de ley que el Poder Ejecutivo envió a la Cámara de Diputados.
Hacen punta los acuerdos ferroviarios –obras y equipamiento– firmados por Cristina Kirchner con el gobierno de China. Para 2011, el Ministerio de Planificación tiene asignados 2.175 millones de dólares. En 2012 figuran 2.737 millones y 2.520 millones en 2013.
La suma canta 7.432 millones de dólares en apenas tres años . Se trata, al fin, de deuda que cargará sobre el Estado, a raíz de una adjudicación directa y sin licitación de por medio.
No menos descollantes son las obligaciones que se asumirían para la construcción de las centrales hidroeléctricas Cóndor Cliff, La Barrancosa y Chihuidos. Las dos primeras en Santa Cruz y la restante, en Neuquén.
Para las tres se proyectan 4.351 millones de dólares, entre el año que viene y 2013. Más un “resto” de US$ 1.009 millones.
La cuenta completa arroja 5.360 millones de dólares , en represas que, por una u otra razón, están sometidas a fuertes cuestionamientos. El pago de semejante montaña de dinero viene con garantías y avales del Tesoro Nacional.
Chihuidos fue adjudicada al consorcio integrado por Electroingeniería y CPC de Cristóbal López, dos empresas de envidiable llegada a la quinta de Olivos. Cóndor Cliff y La Barrancosa, a su vez, figuran muy atrás en un ranking de obras seleccionadas, en base a requisitos técnicos y económicos, por la propia Secretaría de Energía.
Hay más en las planillas del Presupuesto, aunque nada iguala a los trenes chinos y las centrales hidroeléctricas. Por ejemplo, los 551 millones de dólares que se prevén invertir en aviones destinados a Aerolíneas Argentinas.
Con la idea de avanzar en estos y otros emprendimientos, el Gobierno pide que el año próximo se lo autorice a endeudarse por US$ 7.559,7 millones. No sólo eso: el proyecto contempla algo similar para los años que siguen, por un monto que desborda los US$ 12.000 millones.
En el caso de los ferrocarriles chinos, las represas patagónicas y los aviones, se trata de adjudicaciones ya realizadas, con contratos firmados. La pretensión oficial es, entonces, que el Parlamento convalide lo que ya fue resuelto .
Las cifras en juego revelan la magnitud de los gastos que el Gobierno quiere dejar comprometidos ahora , en el último tramo de la gestión de Cristina Kirchner. Tal cual surge del Presupuesto, el grueso caerá sobre quienes vengan después, con la posibilidad de que no hayan tenido ni arte ni parte en las decisiones.
El proyecto repite dibujos archiconocidos en la era K, empezando por la pauta inflacionaria del 8,9 %. Claro que existen otras cuestiones mucho más precisas, como el uso de reservas del Banco Central por US$ 7.500 millones para pagar deuda pública y la carta blanca que se busca dar a De Vido.
Esta vez, el oficialismo carecerá de las mayorías que antes aprobaban todo a libro cerrado. Y desde luego no será justamente la oposición la que lo reemplace en ese papel: cualquiera sea la ley, puede resultar muy diferente a la que mandó el Poder Ejecutivo .
En el arco opositor ha quedado definido, ya, que no rechazarán de plano el proyecto, ni se negarán a que sea sometido a votación. Saben de sobra que cualquiera de ambas alternativas les permitirían al kirchnerismo decir que lo dejan sin Presupuesto, acusarlos de trabarle la gestión y dispararles críticas aún peores.
Lo primero que harán será cuestionar los grandes números del programa fiscal : la recaudación impositiva y el gasto público, subestimados porque también se subestiman la inflación y el crecimiento de la economía. Todo pensado por el Gobierno para dejar libre un enorme excedente de recursos, que podría manejar a su antojo en el año electoral : esta es la gran diferencia respecto de otros períodos, en los que se imaginó una tramoya idéntica.
Entran en la agenda opositora, también, ampliar el universo de la asignación por hijo; el 82 % móvil en las jubilaciones; la coparticipación plena del impuesto al cheque y las retenciones. Tal vez no lleguen a acordar el paquete completo, pero de seguro abundarán los toques al programa fiscal.
En el fondo, la movida consiste en obligar al oficialismo a defender su proyecto . Dice un legislador anti K: “Es indefendible. Lo que blanquean es una mentira y el resto lo esconden”.
Para que respalden algo semejante, Amado Boudou les dio letra a los diputados propios. Fue a pedido de Néstor Kirchner, quien antes había maquillado los grandes números económicos del propio ministro.
Como muy probablemente el final de la película no sea del gusto del Gobierno, habría veto a la ley.
Después, a lo largo del año, vendrá el uso a fondo de los superpoderes, más un decreto de necesidad y urgencia igual al monumental que se prepara para subir los gastos de 2010.
La oposición apuesta a que algo así le salga bien caro al kirchnerismo . Por eso, entre otras cosas, planteará el 82 % móvil en las jubilaciones y la ampliación del Plan Hijos.
Pero un punto, si se quiere central, es que todo el mundo sabe que el Presupuesto del Gobierno es un dibujo por donde se lo mire. Una cáscara que a nadie da señales serias sobre la política fiscal, los ingresos y el gasto público.
Igualito a las estadísticas del INDEC .
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