Sustituir tuberías con siete décadas a cuestas, reconstruir sistemas de agua potable y mejorar el suministro de los acueductos bajo dominio del AyA le costaría al país casi $1.500 millones (¢772.500 millones).
El AyA calculó sus necesidades de inversión tomando en cuenta la edad promedio de sus redes de tuberías, el rezago en infraestructura y las mejoras que deben hacerse para poder abastecer a una población en constante crecimiento.
Solo el acueducto metropolitano consta de 3.300 kilómetros de tuberías y abastece a 1.380.000 personas desde Tres Ríos de La Unión hasta el cantón de Mora, y de Coronado y San Pablo de Heredia a Desamparados, Alajuelita y Escazú.
A toda esta red se suman diversos acueductos en las cinco regiones del país, que suman 4.700 kilómetros de tuberías.
En total, el AyA lleva agua potable a 2,3 millones de personas, aunque mucha de esta población ya afronta los problemas derivados de un sistema extremadamente viejo.
Para toda esta reconstrucción, el AyA no tiene financiamiento, pues la mayoría de su presupuesto se va en gastos administrativos y de operación, según confirmó Óscar Núñez, presidente ejecutivo de la entidad.
Por ejemplo, para realizar mejoras en sus acueductos, el AyA apenas destina ¢35 millones anuales por región (sin contar el acueducto metropolitano).
Antiguo y vulnerable. Núñez reconoce que todavía quedan porciones de tuberías que tienen 75 años de existencia, algunas de asbesto o de hierro dúctil.
Dichos sistemas ya cumplieron su vida útil y, además, se construyeron para soportar a una población mucho menor a la actual.
De ahí que comunidades como Desamparados o Alajuelita sufran constantemente problemas de abastecimiento, pues allí las redes son ya insuficientes.
Además, parte de estas tuberías están en sitios vulnerables: muy cerca de la superficie, en carreteras de alto tránsito o colgando de las vigas de los puentes.
El golpe constante de los vehículos o el colapso de un puente ocasiona la suspensión del servicio de agua potable, explica Núñez.
Las tuberías más viejas, de hierro dúctil, son muy pesadas y a la vez muy vulnerables a los golpes y movimientos sísmicos.
Mientras tanto, una generación más moderna de tuberías, de hierro galvanizado, perdió el recubrimiento y ya están herrumbradas o carcomidas.
Tras financiamiento. Según comentó Núñez, parte del rezago en los acueductos del AyA tiene que ver con la visión de otros Gobiernos respecto a infraestructura.
“Se pensaba que infraestructura era solo carreteras, puertos y aeropuertos”, dijo Núñez.
Por eso, el funcionario apeló a la actual Administración, para que el AyA esté en el Consejo de Competitividad, donde se le daría prioridad a obras urgentes en su sector.
También está gestionando un crédito con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) para levantar un catastro de sus redes y tener una evaluación de los daños reales en acueductos.
Núñez reconoció que debe recurrir a organismos internacionales para avanzar en las obras pendientes, pero que también impulsará una reforma en la fórmula de cálculo de las tarifas.
Hoy solo se toman en cuenta los costos de operación y los ingresos, y, por eso, queda muy poco dinero para grandes inversiones.
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