Cientos de toneladas de basura son extraídas cada temporada de los canales de riego de la provincia. Los inspectores de cauces dicen que el problema se agrava día a día y que todo se debe a un asunto cultural y de educación.
Desde los canales matrices hasta las acequias, todo curso de agua parece ser lugar propicio para arrojar basura. La cultura mendocina del cuidado del agua está perdida o, al menos, esto se percibe si se consulta a los inspectores de cauce de la zona Este, y que son sólo una muestra de lo que ocurre en toda la provincia. “Acá tenemos problemas, pero los que realmente están muy complicados son los que trabajan el Gran Mendoza. Del Cacique Guaymallén están retirando una camionada de basura por día”, contó a Diario UNO Abel González, inspector del canal matriz San Martín.
El Departamento General de Irrigación no maneja estadísticas provinciales sobre el tema, ya que la limpieza de los cauces es responsabilidad de los inspectores de cada zona y son ellos los que deben enfrentar el problema. Sin embargo, en todos los sectores reconocen que, si bien la situación no llega a ser crítica, va empeorando.
“Esto sucede por falta de cultura. Yo he llegado a sacar cubiertas de tractores, de camiones y millones de desperdicios de los canales. Evidentemente, pese a los años, todavía los mendocinos no tomamos conciencia de la importancia de la utilización responsable del agua y del mantenimiento de los cursos”, dijo días atrás Luis Benedetti, inspector del canal matriz Constitución.
Para los inspectores el problema se ha agudizado por dos factores: la falta de cultura del mendocino común para desprenderse de los residuos que genera en forma correcta y la modificación del tipo de basura que ha producido el progreso.
Desde el peatón que arroja a la acequia una botella descartable de gaseosa, pasando por el automovilista que tira por la ventanilla un vasito de yogur vacío, hasta “gente que carga la angarilla con basura y la arroja al canal”, observó Abel González, todo aporta para que el agua de riego arrastre cientos de metros cúbicos de basura.
Otra de las complicaciones es que casi todo se vende en envases descartables de plástico y se mete en bolsas de nailon, incluso los pañales aportan al caos. “Antes se cuidaba la botella de vidrio porque era retornable. Ahora todo viene en envases pet”, dijo el inspector de matriz San Martín.
Las rejas colocadas en sitios estratégicos que van achicando el entramado aguas abajo no logran capturar la totalidad de la basura y, si lo hacen, terminan prácticamente obturando el canal o disminuyendo sensiblemente el caudal.
González recordó que hace poco, cuando fue erradicado el asentamiento La Horqueta en la calle Corvalán, se extrajeron del canal matriz que corre paralelo a esa arteria “12 bateas de 25 metros cúbicos cada una”, basura que se había depositado en el fondo y que le habían quitado al conducto 1,20 metros de profundidad. “En esas bateas cargamos de desde colchones hasta televisores, filmadoras y equipos de audio”, contó el inspector.
De todo un poco
Las rejas que se colocan en sitios estratégicos no alcanzan para capturar la totalidad de los desperdicios.
Los inspectores del Este afirmaron que se saca una camionada de residuos por día del canal Cacique Guaymallén.
En las limpiezas de los cauces han retirado desde botellas, colchones y cubiertas hasta televisores y equipos de audio.
El cuidado debe enseñarse
“Hay que educar. Así como se le enseña a los chicos respetar un semáforo en rojo, así se debe hacer con el cuidado del recurso hídrico”, dijo Abel González, el inspector de cauce del Canal Matriz San Martín.
Irrigación ha realizado algunas campañas en las escuelas para tratar el tema, pero el esfuerzo debería ser mucho mayor e, incluso, posiblemente debería ser abordado directamente por el programa de la Dirección General de Escuelas.
“No estamos en crisis, pero el problema se ha agravado considerablemente en los últimos años y es necesario crear conciencia”, sostuvo González porque, en definitiva, la clave no es mejorar la limpieza sino no ensuciar.
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