Los ríos de Mendoza tienen menos caudales que en otras temporadas, situación que no hace otra cosa que confirmar la necesidad imperiosa de cuidar el vital líquido, tanto en los usos domiciliarios, como en el riego de la producción agrícola.
El Departamento General de Irrigación (DGI) acaba de culminar el estudio anual de escurrimiento de los ríos provinciales y de esa evaluación surgió que los ríos Mendoza y Tunuyán tienen un pronóstico de año seco, es decir, que están con menos de 60% del caudal de lo que sería un año promedio o normal.
En este mismo sentido, hay que inscribir el estado de emergencia hídrica decretada por el Gobierno provincial, que aspira a un uso racional del recurso y procurar el máximo reúso de efluentes de origen doméstico, industrial y agrícola. La iniciativa del Ejecutivo fue enviada a la Legislatura para su consideración.
Interesa reflejar, dentro de este cuadro, lo que ocurre con el principal curso de la zona Norte, el Mendoza, con una capacidad en este momento de 850 hm3, con régimen hidrológico seco. En una situación media o normal, tendría 1.460 hm3, o 2.971 hm3 en un parámetro máximo.
En tanto, los cursos del Sur provincial -Malargüe, Grande, Diamante y Atuel- registran la condición de un año pobre, y por esa calificación se encuentran un poco mejor que los del Norte, aunque registrando 70% de lo que sería una temporada normal.
Este pronóstico surge de la campaña anual que realizan los técnicos en las zonas cordilleranas y es inamovible porque ya se han registrado las nevadas que alimentan los ríos. Hasta el año próximo no hay posibilidad de modificación.
Comparando con lo ocurrido el año pasado, la situación en el Norte es peor, ya que los ríos Tunuyán y Mendoza en 2009 acreditaron una condición de año medio, con 90% de sus caudales, cuando en la actualidad ese valor ronda 57% o 58%. En cambio, en el Sur las cosas estaban un poco peor, con una indicación de año medianamente pobre y porcentajes por debajo del 90%.
"Para la actualidad, en todos los ríos -resume el ingeniero Rubén Villodas, jefe de la División Evaluación de Pronóstico Hídrico del DGI- se dan 15%, 20% y hasta 25% menos de caudal que en 2009".
Básicamente, esta realidad se debe a la baja cantidad de nieve que en general ha caído en las cuencas de alta montaña; además, las temperaturas del invierno han hecho que esa nieve dure muy poco y prácticamente en agosto casi todas las estaciones de medición de Irrigación -la red telemétrica- se encontraban sin el manto níveo.
Asimismo, y aunque el mendocino vio nevar con cierta recurrencia en el llano, no ocurrió lo mismo en la cordillera, de donde se nutren los ríos mendocinos.
Los embalses
Pese a este cuadro de emergencia que se registra en la provincia, Mendoza dispone la ventaja de que todos sus embalses -Potrerillos, El Carrizal, el sistema Agua del Toro-Los Reyunos, El Nihuil y Valle Grande- han iniciado la temporada de riego con la capacidad y el volumen máximo que poseen, es decir, con toda el agua que esas estructuras pueden guardar.
"Con estas dotaciones a pleno, vamos a tratar de llevar adelante setiembre, octubre y noviembre, que son los meses más críticos para el riego de nuestros campos", sostuvo Villodas.
En este aspecto, el ingeniero precisó que "el río Mendoza posee un volumen de agua a nivel promedio del orden de los 1.400 hm3 y la presa Potrerillos tiene una capacidad de almacenar de 430 hm3, es decir, que está guardando un porcentaje importante de ese líquido, disponible en este momento, aunque debe ser bien administrada. Sin ese dique, en este momento estaríamos entregando la mitad del agua que le estamos dando a los agricultores".
Pocas nevadas y una escasa acumulación
De acuerdo a los técnicos de Irrigación, la acumulación nívea se inició en mayo, aunque con escasa acumulación. En la primera quincena de junio se dio un aumento en las precipitaciones de altura, sobre los 3.000 m y durante la segunda quincena, las nevadas cubrieron la parte baja de los valles cordilleranos. Julio siguió mal en este capítulo: continuos frentes polares hicieron que se mantuvieran las bajas temperaturas y la poca acumulación.
Este escenario se mantuvo hasta agosto, mes que coincide con la disminución de la frecuencia de temporales en la cordillera. Al bajo acopio de nieve se le agregó la rápida fusión de la nieve precipitada hasta ese momento. Setiembre no concretó aportes que hicieran variar la situación.
En resumen, por un lado el año se caracterizó por la ausencia de nevadas tempranas (marzo/abril), y por otro, la variabilidad de las temperaturas reinantes en el período invernal (valores medios en mayo y junio; bajos, en julio y altos en agosto).
Casi 60 años de mediciones en la montaña
Las mediciones de los escurrimientos de los ríos se realizan en Mendoza desde 1951, cuando se iniciaron operativos de este tipo en la zona cordillerana de Valle Hermoso (Malargüe).
Entonces, los operativos los llevaba a cabo personal del DGI que permanecía todo el invierno en ese puesto, con el apoyo de organismos nacionales, como la ex Agua y Energía.
Pero, desde hace 11 años, Irrigación dispone de un moderno sistema de medición (red telemétrica), basado en las 9 estaciones alta montaña, de transmisión satelital, que controlan no sólo la nieve sino todos los parámetros meteorológicos. |
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