En medio de la emergencia hídrica y de una Bahía Blanca sedienta, a simple vista podrían aparecer como inexplicables las demoras que viene sufriendo el estudio destinado a evaluar la reutilización, por parte del polo industrial, de las aguas cloacales.
Sin embargo, esta irritante coyuntura reconoce causas que hasta podrían ser vistas como lógicas si se utiliza un criterio economicista y se considera al agua como una mercancía y no como un bien social.
En ese contexto, no existe otra razón que no sea la económica para explicar por qué durante casi un año muy poco o nada se ha avanzado en la concreción de un estudio vital para el futuro de la ciudad, no sólo en lo referente al abastecimiento de agua, sino también en materia ambiental.
Esos 1.500 metros cúbicos por hora de agua cruda, promedio que consume el polo industrial, tienen precio y hoy significan muchísimo para la desesperante ecuación económica de la empresa Aguas Bonaerenses a nivel local.
Y resulta desesperante porque, a diferencia de lo que sucedía en la década del '90, cuando el dique Paso de las Piedras estaba lleno y el agua llegaba a la ciudad por gravedad, sin consumo de energía alguno, ahora los costos operativos resultan mucho más altos, sobre todo por el bombeo de los pozos ejecutados en el Bajo San José y las extracciones de agua desde las tomas del río Sauce Grande y arroyo Napostá.
Hoy el sistema es eléctrico-dependiente y, si a esto le sumamos la vigencia de una tarifa domiciliaria e industrial con evidentes atrasos, la ecuación económica resulta a todas luces inviable.
Es cierto, en una coyuntura como la actual, lo primero es superar la crisis, pero hay quienes no dejan de mirar los números y piensan qué sucederá cuando pase el temblor, sobre todo porque a menor cantidad de agua suministrada a los vecinos por la crisis hídrica, menor facturación.
Incluso a esto habría que sumar la constante pérdida de clientes residenciales con altos consumos (barrios Palihue, Patagonia, etcétera.) debido a las incesantes perforaciones particulares en busca del recurso subterráneo.
Frente a este escenario, la reutilización de las aguas que hoy van al mar por parte de la industria significará la pérdida de un gran consumidor y esto resulta muy poco conveniente para las arcas de una empresa estatal manejada, en definitiva, por el gremio que agrupa a los trabajadores del sector.
Si no es este el verdadero motivo de los atrasos, cómo explicar entonces, con fundamentos serios y creíbles, que desde la firma del convenio para el estudio de los efluentes no se haya hecho prácticamente nada.
Y, encima de todo, ¿cómo explicar la falta de acciones en plena emergencia y tras los anuncios realizados?
Poco tiempo atrás, ante la requisitoria de este diario, quien se animó a blanquear una situación conocida por todas las partes involucradas en el convenio --UTN, Comité Técnico Ejecutivo (CTE), Asociación Industrias Químicas de Bahía Blanca (AIQBB) y ABSA--, fue el titular del CTE, el ingeniero Fernando Rey Saravia, quien aludió a las "enormes dificultades en obtener colaboración de ABSA", para luego agregar que "la falta de apoyo" de la prestataria resultó una traba casi insalvable para poder avanzar.
El mencionado acuerdo establecía que ABSA permitiría al personal de la UTN el ingreso al predio de la planta depuradora ubicada en la ruta 252, kilómetro 2,7, a los efectos de colocar un caudalímetro y un muestreador continuo.
Desde la empresa deslindaron toda responsabilidad frente a las demoras y aseguraron que los inconvenientes se produjeron porque, a medida que se avanzaba en el estudio, los profesionales intervinientes comenzaron a requerir una participación más activa por parte de ABSA.
Esto podrá ser zanjado en los próximos 10 días con la firma de un documento adicional, acto que seguramente será dado a conocer a los medios, aunque claro, como en casi todos los órdenes de la vida, el tiempo perdido jamás vuelve a recuperarse.
El dique resiste. Con un nivel de reservas similar al que tenía en octubre del año pasado, continúa operando el dique Paso de las Piedras. En plena temporada lluviosa para la región, los próximos 90 días resultarán vitales para el futuro del abastecimiento y seguramente condicionarán el panorama de cara al verano que se aproxima.
Foto: Archivo Programa Infoagua
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