El último caso se refiere a la construcción del hospital Pediátrico-Odontológico que viene de la época de la presidencia de Raúl Alfonsín y estuvo a punto de concretarse durante la gobernación de Roy Nikisch pero por falta de presupuesto no se pudo realizar. En esa oportunidad, el ex ministro de Salud, doctor Ricardo Mayol, exhibió el proyecto que abarcaba no una parte del predio donde se construirá actualmente sino de todo el espacio disponible.
Pero esta nota no está referida al lamentable nivel de discusión que hoy tiene la dirigencia sobre un tema tan importante sino a la laguna Argüello y los reservorios de agua que fueron rellenados para dar paso a un progreso mal interpretado. Los organismos de control, en este caso la Municipalidad de Resistencia y la Administración Provincial del Agua, encargada esta última de todo el manejo hídrico de la Provincia, miraron al costado. Así surgieron barrios elegantes como construcciones de personas indigentes donde antes había hasta yacarés, carpinchos y otras especies. Es decir, se construyeron barrios en lugares inundables, se taponó el escurrimiento natural del agua, las lagunas que eran reservorios fueron vendidas. Sí, fueron vendidas a través de resquicios encontrados en las leyes vigentes, variándose a través de los años todo el sistema, incluso el del río Negro, que de una manera u otra protegía a la capital chaqueña de inundaciones. En el camino quedaron obras que se proyectaron con estudios ambientales completos que se tendrán que concretar de nuevo debido a que varió el panorama a raíz de que se ocuparon espacios, incluso dentro de bañados y lagunas, quedando solo un hilo de agua para que las precipitaciones circulen hacia el río.
Todo esto es reconocido incluso por la intendente Aída Ayala en su solicitada en el día de ayer cuando señala que “no repitamos la historia avanzando sobre lagunas y reservorios como, en su oportunidad, se hizo con el riacho Arazá. Es tiempo de preservar y recuperar espacios rellenados y no avanzar con cemento que impermeabiliza”.
Este mea culpa, después de tantos años de responsabilidad del actual gobierno municipal y de otros signos que la antecedieron, viene bien siempre y cuando se pase a la acción. En primer lugar se tendrá que evaluar por qué los funcionarios dejaron que las construcciones avancen sobre las lagunas. ¿Acaso no se inspecciona, a la vez que se pagan impuestos, por cada etapa de cada construcción? No fueron dos o tres viviendas las construidas sino barrios enteros, y también toca su responsabilidad al Instituto de Vivienda y a la APA. A pesar de que se produjo un éxodo terrible desde el interior provincial y personas sin recursos de nuestra ciudad (más de 250 asentamientos ocuparon lugares inimaginables para ubicarse y tener un techo), no se justifica que se haya actuado con tanta irresponsabilidad y provocado tanto desorden. La síntesis es que se ha producido un daño al patrimonio de toda la población y, más allá de algunos chispazos en los medios de comunicación, nada se ha reparado para que el resistenciano tenga una adecuada calidad de vida como la de hace algunos años.
La laguna Argüello, por más que hable el municipio de “recuperación”, hoy es sólo un zanjón. Sólo se habilitó, relleno mediante, un buen lugar para la población. Antes era un espejo de agua donde crecían juncos y otras especies acuáticas. En ese mismo estado se encuentran otros reservorios, incluso particulares, pero que servían a la comunidad en general.
Dentro de todo este marco de irresponsabilidad, días pasados la Administración Provincial del Agua decidió recuperar un reservorio que había sido rellenado con centenares de camionadas de tierra. Una gota de esperanza dentro del enorme mar de falta de cuidado de nuestras lagunas y medio ambiente. Ahora bien, esperemos que la intendente de Resistencia, ingeniera Aída Ayala, después de tantos años de poder en la capital chaqueña, comience a revertir todo lo negativo que su gestión dejó hacer y la acompañen los funcionarios provinciales. El desafío convertido en compromiso es bienvenido. La incógnita es si se animará a revertir la dramática situación en que se encuentra la capital chaqueña para que, como dice en la solicitada de ayer, “poder seguir caminando esta Resistencia, mi ciudad, con la satisfacción de haber hecho el mayor de los esfuerzos”.
Las palabras deben dejar paso a la acción para que la gente vuelva a creer y recobrar el sentido de pertenencia de una ciudad que alguna vez aspiró a ser la “capital del Nordeste”, pero que hoy perdió hasta su personalidad.
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