El kirchnerismo aprovechará esta semana sin sesiones en el Congreso para ordenar a su propia tropa. Los bloques oficialistas en el Senado y en la Cámara de Diputados dejaron de funcionar con la coordinación y la obediencia que pretende Néstor Kirchner, y el jefe del PJ ya hizo saber su malestar por las últimas votaciones legislativas.
No alcanzó el rechazo público de Kirchner en Nueva York a la Ley de Glaciares impulsada por Daniel Filmus y Miguel Bonasso para disciplinar a su propio bloque. El jefe de la bancada, el rionegrino Miguel Pichetto, votó en contra de los designios del ex presidente junto a otros seis senadores oficialistas: Rolando Bermejo (Mendoza), Elena Corregido (Chaco), Filmus (Capital Federal), Marcelo Guinle (Chubut), Ada Maza (La Rioja) y el presidente provisional del Senado, José Pampuro (Buenos Aires).
La excusa extraoficial de Pichetto para votar un proyecto resistido por la Casa Rosada y por gobernadores de provincias mineras fue netamente política. El radical rionegrino, Pablo Verani, se había manifestado públicamente a favor de la ley Filmus-Bonasso para proteger los recursos naturales y, ante la proximidad de las elecciones para elegir gobernador en Río Negro, no quiso darles ventaja a sus competidores. Pero además hubo algo de enojo y frustración por la falta de coordenadas precisas del Poder Ejecutivo. Pichetto debió enfrentar en soledad a sus senadores sin el respaldo directo de funcionarios de la presidencia, en especial del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. «Así no se puede, esto no lo vamos a resolver por mensajes de Twitter», habría sido la ácida queja del jefe del bloque kirchnerista en relación con el accionar de Fernández.
Pero Pichetto no fue el único que exhibió un preocupante margen de autonomía. El bonaerense Pampuro, que el jueves pasado había aterrizado en la Argentina junto a la comitiva presidencial que llegaba de Nueva York, asistió a la sesión de la Ley de Glaciares y votó junto a Pichetto, aunque en la Casa Rosada esperaban que se tomara el día libre.
Finalmente, el resultado de la votación fue 35-33 a favor de la Ley de Glaciares. Eso significa que si uno solo de los díscolos siete votos kirchneristas hubiese cambiado de banco, la madrugada en el Senado habría tenido un nuevo empate a cargo de Julio Cobos. Como ex gobernador de una provincia cordillerana, el vicepresidente se hubiese visto obligado a enfrentar una disyuntiva en favor del agua pura de los glaciares o de las fuentes de trabajo en las provincias cordilleranas.
En Diputados el ambiente también es tenso. Kirchner ordenó desautorizar al jefe de bancada, Agustín Rossi, cuando el santafesino salió a defender la potestad del Gobierno de financiarse con un Presupuesto reconducido. Ahora la prioridad de la Casa Rosada es aprobar en general el nuevo proyecto para 2011 y apostar al veto presidencial para los artículos que sean modificados en la votación en particular. El ex presidente también se quejó en Olivos por la pasividad del bloque, que ya casi no se reúne y mandó a sus diputados a estudiar cada uno de los apartados de la ley de leyes.
En la bancada oficialista de Diputados se vive un clima de cambio de época. Rossi ya no recibe más instrucciones en soledad para retransmitirlas a sus diputados, sino que ahora es citado a Olivos con toda la mesa de conducción del bloque, incluidos Eduardo Fellner, José María Díaz Bancalari, Carlos «Cuto» Moreno, Teresita García y Patricia Fadel. Una modalidad de trabajo que algunos legisladores kirchneristas interpretan como una nueva jefatura colegiada. |
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