La Casa E, la llaman. Y cuando la nombran, un halo de literatura fantástica envuelve la conversación. Es que bien podría haber sido una creación de Ray Bradbury o una premonición de Julio Verne. Cuando BASF se propuso, al comienzo del año pasado, comenzar la construcción de un “hogar del futuro”, las miradas de los empresarios de la construcción y las autoridades primero fueron de curiosidad y después de aprobación. En menos de un año y medio, la empresa química alemana levantó la primera Casa de Eficiencia Energética de América del Sur en la planta que tiene hace 20 años en Tortuguitas.
Se trata de una vivienda para una familia tipo que, gracias a los materiales que se usaron en su edificación, reduce en un 70% el consumo de energía , ahorra recursos no renovables (como el agua) y disminuye la emisión de dióxido de carbono.
“Este concepto no sólo es viable para casas de alta gama, sino que tiene una enorme aplicabilidad a viviendas sociales”, explica Diego López Casanello, presidente de BASF Argentina. “Queremos que la Casa E sea un ejemplo o una muestra para que otros empresarios de la construcción o funcionarios gubernamentales verifiquen que se puede contribuir con el medio ambiente sin dejar de progresar en lo arquitectónico. Se podrían hacer hogares cuyo mantenimiento sea más económico y, a su vez, permitan el ahorro energético que beneficiará a los usuarios que menos tienen”.
Un millón y medio de euros fueron invertidos en los trabajos sobre la superficie cubierta de 200 metros cuadrados ubicada en Constituyentes 1758, en el partido de Malvinas Argentinas. Cada uno de los elementos que forman la casa de dos plantas (aportados también por las empresas Rehau, Stieglitz y Veka) es una tuerca en el engranaje que se mueve en pos del ahorro energético.
Así, por ejemplo, las paredes del edificio tienen un aislamiento térmico exterior de placas de poliestireno expandido de última generación, que evitan la influencia de los cambios climáticos en el interior de la casa. El techo del Salón de Usos Múltiples del hogar tiene paneles rellenos con espuma rígida de poliuretano y chapas galvanizadas pintadas con pigmentos que reducen la absorción de la radiación solar. Además, en la terraza hay colectores solares que usan esa energía para calentar el agua y la losa radiante en los pisos, y un sistema de recuperación de agua de lluvia que se dispone para el lavado de ropa, el riego y el uso sanitario.
Agua, gas y luz eléctrica se gastan en proporciones ínfimas en comparación a cualquier vivienda. De este modo, el clima interior de la séptima casa inteligente del mundo construida por BASF resiste temperaturas de 40 grados en verano y de 0 grados en invierno, manteniendo siempre un clima similar. Ni el aire acondicionado ni las estufas se vuelven imprescindibles.
La reciente aprobación de la ley de uso racional de la energía en la Provincia de Buenos Aires fomenta la difusión del trabajo hecho en la Casa E y contribuye a su imitación.
“La idea es que funcione como espacio pedagógico para capacitar técnicos que puedan poner en práctica estos conceptos en las construcciones, que el que quiera pueda contactarse con la empresa para venir a conocerla ”, explica López Casanello.
Tenía razón el Indio Carlos Solari cuando decía que el futuro llegó hace rato. Es cuestión de lograr que el mensaje sirva para mejorar el presente.
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