El tema del agua, como siempre, está en el centro de la vida social mendocina. Una vez más se zarandea el consumo y se insiste en lo obvio: hay que racionalizar el uso del agua para que alcance. Con las condiciones de Mendoza habría que hacerlo aunque estuviéramos frente al mejor año de la historia en cuanto a cantidad. Porque lo que enseña la vida en este oasis, enclavado en un desierto, es que agua siempre es oro. De ella depende todo lo más importante, empezando por la subsistencia, por la propia vida de los mendocinos.
Este es el contexto básico de cualquier acción hídrica en la provincia, pero luego hay que salir de la limitación y preguntarse no sólo cómo se ahorra, sino cómo se optimiza el uso del recurso. Porque lo más grave es el derroche y la mala utilización de un bien que es escasísimo. Y allí empiezan a tallar aspectos que por ahí se descuidan, como por ejemplo las retrasadas obras necesarias para usar del mejor modo posible lo que se tiene. Hasta hoy los distintos organismos hídricos explican que el agua falta, pero no imponen un plan para mejorar la infraestructura existente, a fin de conquistar más territorio a través de hacer llegar el agua, mucha de la cual se pierde sin ser usada.
Hay una contradicción cuando se piensa que Mendoza tiene hoy emergencia hídrica y que no toda el agua disponible se usa, sino que mucha se pierde en el camino por filtraciones o pasa de largo, cuando podría ser almacenada o usada bien si no se escabullera en el camino. La tarea para hacer es enorme, si se piensa que sólo un porcentaje pequeño del agua que viene de la montaña es usada para beber, y que la red existente de distribución es muy antigua y en muchos casos está obsoleta. Mendoza es, antes que nada, un milagro del control del agua.
El oasis resiste dando una batalla tremenda por la posesión del agua, y por eso la cultura local está tan atada a ese tema. Desde hace bastante tiempo la actitud es defensiva y no está mal, pero también hay que salir a dar una discusión mayor, anticipatoria del futuro, que es como tener más agua disponible para los habitantes del oasis cuya cantidad está creciendo.
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