El Lago de la Luna Creciente, un famoso oasis visitado cada año por un millón de turistas, está secándose año tras año, causando alarma entre los expertos y mostrando la urgencia de que prosperen las negociaciones sobre el cambio climático que esta semana se celebran en Tianjin.
El oasis, con su forma casi perfecta de luna creciente y situado en el borde del desierto, es una de las grandes atracciones turísticas de Dunhuang, una conocida ciudad china en la Ruta de la Seda.
Sus aguas han retrocedido tres metros en los últimos 60 años, e incluso se secaron completamente hace tres, señaló hoy la agencia oficial Xinhua.
La situación en el lago no es nueva, pero la prensa china la ha recordado coincidiendo con la conferencia internacional que Naciones Unidas y Gobierno chino celebran esta semana en Tianjin, a 150 kilómetros de Beijing, para ultimar preparativos de cara a la Cumbre del Cambio Climático de Cancún.
El oasis obtenía agua de cercanos ríos como el Shule o el Danghe, nacidos en glaciares de esa zona próxima a la meseta tibetana, pero la primera de esas corrientes se secó hace décadas, mientras que la segunda no es suficiente para asegurar la continuidad del río, señaló a Xinhua el experto Zhang Hua.
En realidad, el hecho es una amenaza para toda la ciudad de Dunhuang, que se encuentra en el borde del desierto de Kumtag y muy famosa también por las grutas de Mogao, apodadas “la Capilla Sixtina de la pintura budista”.
El desierto avanza entre tres o cuatro metros al año en la zona es “una gran amenaza ecológica para Dunhuang”, señaló el director del Buró Forestal de la ciudad, Gao Hua.
La conferencia de Tianjin es la primera negociación de cambio climático que acoge China en los 20 años de diálogo.
Con ello Beijing intenta mostrar a la comunidad internacional su compromiso con este problema pese a ser el mayor emisor mundial de dióxido de carbono y oponerse a que naciones emergentes como ella y países en desarrollo entren también en un acuerdo vinculante de reducción de emisiones.
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