Hace 55 años, en octubre de 1955, la Comisión Asesora presentó al comisionado municipal, Guillermo Castellanos Solá, un crudo panorama de la situación que vivía la ciudad por la falta de agua.
El informe se centró en destacar, "sin incurrir en excesos", que resultaba "lamentable" que las autoridades de Aguas Corrientes "estuvieran ausentes del problema".
A pesar de las dificultades del verano anterior, la empresa nada había hecho para corregir la situación imperante y, a esa altura, "no había posibilidad material alguna de que la situación mejore en el verano que se inicia".
"Debe hacerse carne en el pueblo este concepto, como consecuencia del abandono en que se ha vivido en la última década", señaló la comisión.
En ese marco, se sugirió al comisionado que interesara a Obras Sanitarias a que diera "prioridad absoluta" a la solución de emergencia que --sugerían-- consistía en efectuar el mayor número de perforaciones posibles (surgentes). Por otra parte, planteaba la necesidad de recurrir a pozos existentes (por caso, el del Seminario) y gestionar ante el ferrocarril la posibilidad de transportar agua desde otros puntos, para aumentar las reservas.
También se apeló a la población a usar el líquido "con prudencia", rogándole realizase "una tarea de bien común". Asimismo, se instaba a regar calles y plazas con agua de piletas o del arroyo Napostá. Como solución a largo plazo, se planteó la posibilidad de traer agua del río Negro, descartándose la conexión con el río Colorado, "por la dudosa calidad del agua".
Problemas de provisión de agua, inacción estatal y polémica por la fuente adecuada. Planteos de 1955, renovados en 2010.
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