En una provincia de clima semidesértico como Mendoza, con escasas precipitaciones anuales, el agua de deshielo se convierte en un elemento esencial, tanto para el consumo humano como para el desarrollo agrícola. Las poblaciones y los oasis productivos fueron creciendo junto a los ríos que cruzan la provincia de oeste a este y la ampliación del horizonte cultivable fue modificándose a lo largo del tiempo.
En ese esquema, resultaron fundamentales los diques que se construyeron para una doble utilización: acumular agua a los efectos de controlar su distribución y evitar así problemas en épocas de escasa precipitación nívea en la cordillera y también para la generación de energía eléctrica.
Los productores también modificaron sus sistemas de riego. En un principio todo se regaba a manto, lo que provocaba un derroche importante de agua, a punto tal que se habla, aún hoy, que de cada diez litros de agua que salen de un dique, llegan sólo cuatro a las fincas, a lo que debe agregarse la pérdida producida en el interior de las mismas hasta la llegada del líquido a la planta.
Luego aparecieron las represas individuales construidas por los productores, hasta llegar al día de hoy en que el riego por goteo hace mucho más eficiente la utilización del agua.
Sin embargo, no todo pasa por el agua superficial. También se realiza una importante utilización del agua subterránea. Según un informe, existen actualmente funcionando en la provincia casi 10 mil pozos -sólo para el caso del riego- pero con la aclaración de que un 30 por ciento de los mismos está funcionando mal, por lo que deberían ser remplazados.
El estudio, realizado por técnicos de la Universidad Tecnológica Nacional, determina también que el buen funcionamiento permitiría ahorrar 45 megavatios de potencia instalada. También se indica que sustituyendo las bombas de los pozos por otras más modernas se logrará un importante ahorro de energía y también subsidios para el riego agrícola, con lo que se financiaría el costo, estimado en 56 millones de pesos.
Aseguran además que resulta mucho más barato cambiar por bombas nuevas que repararlas, que se producirá un menor impacto ambiental y paralelamente descargar las redes de tensión para las distribuidoras.
Desde el Gobierno se ha indicado que ya existen gestiones ante la Subsecretaría de Energía de la Nación para lograr la necesaria asistencia financiera y el plan contempla una segunda etapa para redireccionar la masa de subsidios para las inversiones necesarias.
Por tratarse de un bien cada vez más escaso -por el crecimiento poblacional y también por el aumento de la cantidad de hectáreas implantadas- el mejoramiento de los sistemas de riego debe constituir una de las prioridades de las actuales y futuras gestiones gubernamentales.
Se ha avanzado bastante -pero no lo suficiente- en sistemas como el riego por goteo y es necesario que también se incrementen las mejoras en otros sistemas, como el del agua subterránea.
Remplazar bombas obsoletas por nuevas, es uno de los pasos, como también debería serlo la implementación de préstamos accesibles para aquellos productores que continúan utilizando bombas alimentadas con gasoil, porque redundará en un doble beneficio: en el plano económico, para el productor y para la población en general, ya que se trata de un sistema contaminante tanto para el ambiente como para las napas freáticas, porque no siempre funcionan
como se debe.
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