Los peores temores se confirmaron ayer. El vertido de lodo tóxico que asedia desde hace días a Hungría –y que algunos funcionarios húngaros describieron como “catástrofe ecológica– llegó al río Danubio tras recorrer dos de sus afluentes, el Marcal y el Raba. Ya está a menos de 120 kilómetros de la capital, Budapest. Según la agencia DPA, los técnicos de emergencias se están centrando en contener entre el Marcal y el Raba el barro rojizo producido por la rotura de un dique que acumulaba desechos tóxicos de la producción de aluminio.
Tibor Dobson, portavoz del Servicio de Desastres, dijo que los niveles de PH del agua, que miden su acidez o alcalinidad, subieron hasta 9,3 en una escala de entre 0 y 14 cuando el 7 es el ideal y el 8 el habitual en la zona. “Los científicos continúan intentando reducir la alcalinidad de las aguas en la confluencia de los ríos Marcal y Raba”, comentó Dobson.
El vertido amenaza el ecosistema del mayor río europeo tras el Volga ruso después de matar toda vida en el Marcal, donde aparecieron peces flotando muertos.
El accidente, producido el lunes, dejó cuatro muertos, tres desaparecidos y más de 120 heridos. Varias localidades están llenas de lodo tóxico. Según los técnicos –que están vertiendo yeso a las aguas para diluir el lodo–, los contaminantes se diluyen en el agua y no son visibles a simple vista.
Europa teme que la contaminación avance por el Danubio, que tiene una longitud de casi 3.000 km. El río que inmortalizó Strauss nace en Alemania pero recorre Hungría, Serbia durante casi 600 kilómetros y Croacia, antes de marcar la frontera entre Rumania y Bulgaria y desembocar en Ucrania, en el Mar Negro.
La Unión Europea mostró ayer su preocupación y confirmó que Hungría había pedido la activación del sistema europeo de protección civil. Joe Hennon, portavoz del bloque europeo, dijo que los 27 están preocupados, “no sólo por el medioambiente en Hungría, sino porque potencialmente podría atravesar varias fronteras”.
Autoridades serbias y rumanas vigilan la calidad del agua del Danubio. El agua que se consume en varias regiones rumanaa se extrae del Danubio. Los técnicos rumanos calculan que el vertido llegará a la zona mañana sábado, aunque esperan que se disuelva antes.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban –que ayer visitó las localidades afectadas por la catástrofe– dijo que Hungría no necesita asistencia financiera para luchar contra el vertido, pero sí cualquier ayuda técnica. La última catástrofe parecida en Europa se produjo en otro depósito similar en Aznalcóllar –en los márgenes del Parque Nacional de Doñana, al sur de España– en 1998. Los servicios de Protección Civil de Hungría aseguraron que los residuos tóxicos no han afectado a las reservas acuíferas subterráneas.
Orban también aseguró que “es difícil encontrar las palabras. Si esto hubiera ocurrido de noche todo el mundo estaría muerto” . El primer ministro cargó contra la empresa al decir que “lo más probable es que se deba a un error humano. El muro no se desintegró en un minuto, esto debería haberse detectado”.
La empresa de seguros Aegon aseguró que las propiedades de sus clientes en la región sufren daños por valor de 3,7 millones de euros. Los grupos ecologistas esperan consecuencias a largo plazo pero aseguran que todavía no conocen la composición química del lodo.
La mayoría de los habitantes de los pueblos afectados y cuyas casas quedaron inhabitables, decidieron en una reunión la noche del miércoles dejar definitivamente sus casas. Y presentar una denuncia colectiva contra la fábrica de aluminio que destrozó sus vidas.
Qué es el vertido
Marea roja. Se produjo por la rotura de una presa que arrasó los depósitos de la fábrica en donde se almacenaban los desechos de la producción de aluminio. Esa impureza contiene minerales pesados como hierro, manganeso, sílice y otros elementos de pequeña concentración. Entre el 40 y el 50 por ciento de los deshechos es óxido de hierro, lo que le da el color rojizo. A esto se suman los diferentes químicos utilizados en el proceso, entre ellos hidróxido de sodio (soda cáustica), un compuesto soluble que se utiliza para lavar la bauxita, el material primario. Este conjunto de elementos, según los especialistas, es altamente corrosivo tanto por inhalación como por contacto. Puede producir sensación de quemazón, tos, dificultad respiratoria y graves quemaduras cutáneas, advirtieron. Además, tiene un devastador efecto sobre el suelo, donde ya está penetrando.
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