La Legislatura de la provincia tiene para su estudio un proyecto de ley para controlar los aportes de agua en toda la cuenca del arroyo Ludueña, con el fin de prevenir los desbordes de este curso y el consiguiente anegamiento de las zonas aledañas.
No es un tema menor. Por tratarse de una cuenca que abarca a un vasto territorio del sur provincial (75 mil hectáreas) y a once jurisdicciones, cada intervención que afecta el escurrimiento de las aguas y el saneamiento de los canales constitutivos tiene efectos “aguas abajo”, algunos de consecuencias imprevisibles.
Durante mucho tiempo se trabajó para conformar un comité de cuenca que armonizara los intereses de las localidades afectadas. Un proyecto que regule legalmente esas intervenciones otorga un marco jurídico para su monitoreo, un compromiso de las localidades y una autoridad de aplicación centralizada.
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Control del escurrimiento
La iniciativa, presentada por el senador Juan Carlos Zabalza, prevé que los aportes de agua originados en el escurrimiento superficial de las lluvias se estabilicen a través de un control de los procesos de impermeabilización de las superficies, tanto urbanas como rurales. También apunta a la evaluación y supervisión de las descargas de áreas naturales de almacenamiento y de canalizaciones, así como de otras obras construidas sin intervención de la autoridad de aplicación. Esta autoridad, propone la ley, sería el Ministerio de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente, en coordinación con los municipios y comunas comprendidos en la cuenca.
El proyecto tiene algunos puntos novedosos. Las nuevas urbanizaciones deberán contar, por ejemplo, con sistemas de almacenamiento transitorio del agua que se descarga por la impermeabilización del suelo, y las veredas públicas deberán diseñarse con una superficie mínima del 50 por ciento permeable.
Al respecto de las autoridades locales, el proyecto estipula que los municipios que integran la cuenca conserven la facultad de controlar las obras que se realicen dentro de sus jurisdicciones, sin perjuicio de las inspecciones que realice el Ministerio. Pero los gobiernos locales se verían obligados a cumplir las medidas establecidas por la ley, con la finalidad de unificar criterios de acción para disminuir el riesgo de inundaciones.
De aprobarse la iniciativa, el Ministerio de Aguas quedará facultado para paralizar o remover las obras construidas sin permiso, sea en áreas urbanas o en áreas rurales.
El proyecto, que ahora espera su tratamiento en el Senado, se fundamenta en el hecho de que desde el punto de vista hídrico una cuenca es una unidad que tiene un comportamiento indivisible. Por lo tanto, su problemática no puede ser solucionada o encarada de manera individual por cada municipio, ya que las acciones, correctas o incorrectas llevadas a cabo por cada localidad o en cada zona rural, inciden en forma indefectible sobre las que se encuentran en tierras más bajas.
La cuenca del Arroyo Ludueña abarca unas 75 mil hectáreas y descarga sus aguas en el río Paraná a la altura de Rosario, y recibe además los aportes de los canales Ibarlucea y Salvat.
Un total de once poblaciones participan de la cuenca. Pérez, Funes, Zavalla, Ibarlucea y Ricardone, en su totalidad, y Soldini, Roldán, Pujato, Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez y Rosario, en forma parcial. Los diagnósticos realizados a lo largo del tiempo señalan tres principales causantes del permanente crecimiento de los escurrimientos superficiales de la cuenca del Ludueña:
• La expansión de las áreas urbanas, en particular Rosario, Funes y Roldán, que transformaron superficies permeables naturales en áreas impermeables.
• El cambio producido en la cuenca del Arroyo en las explotaciones de áreas rurales, que de agrícolas-ganaderas mutaron a netamente agrícolas, hasta con dos cosechas anuales, provocando una notable reducción de la capacidad de infiltración de los suelos.
• La construcción de canales para “recuperar tierras bajas”, que constituían almacenamientos temporarios naturales y el reacondicionamiento de canales existentes con el objeto de “sacar rápidamente el agua”, ambos hechos que redujeron los tiempos de concentración, que asociados a la pérdida de capacidad de infiltración de los suelos, se traducen durante los períodos lluviosos en mayores niveles de agua en el Arroyo. |
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