En febrero de este año la crecida del río Paraná ponía en jaque a los barrios más bajos de varias de las localidades costeras no sólo de la provincia, sino también sucedía algo similar en Corrientes y en Chaco.
El pico que se registró en el puerto de la ciudad de Santa Fe marcó 6,02 metros, el 11 de febrero pasado. La situación era muy complicada, ya que el nivel de alerta en la ciudad está fijado en 5,30 metros y el nivel de evacuación es de 5,70. En ese contexto los pronósticos que llegaban sobre el comportamiento que iba a tener el río Paraná entre los meses de marzo y julio eran todavía más preocupantes.
A mediados de marzo –con un río aún alto–, el Instituto del Clima y Agua del Inta dio a conocer un informe que decía que el volumen en hectómetros cúbicos que escurriría en el Paraná en el otoño e invierno de este año, a la altura de Corrientes, iba a ser alto, lo que permitía deducir que en todo el litoral fluvial habría importantes niveles de crecida en ese período.
Afortunadamente, eso no sucedió y sólo bastó que pasen ocho meses para que la situación cambie radicalmente. Cuando llegaron los meses secos del invierno el río comenzó a bajar, a tal punto que hoy las luces de alerta se encienden por los escasos volúmenes hídricos que trae el Paraná desde el Brasil. En la actualidad ese país cuenta con gran cantidad de represas hidroeléctricas en la cuenca que contribuye al Paraná y de esa forma controla los volúmenes que llegan a la Argentina.
En el puerto de Santa Fe, el lunes, la altura fue de 2,36 metros –1,02 metros por debajo del nivel promedio, entre 1985 y 2009, para octubre–, aunque 10 centímetros mayor a la marca del viernes 8, la más baja del mes.
De todas formas, el informe hidrológico sobre el río Paraná que elabora el Instituto Nacional del Agua (INA), que fue actualizado ayer, indica que el curso comenzará a recuperarse lentamente en los próximos días. En el caso puntual de la ciudad de Santa Fe (ver cuadro) la marca llegará a 2,84 metros el 17 de octubre y a 3,12 metros, el 22 del mismo mes.
A pesar del notable descenso de las aguas aún la situación no ameritó que se tomen medidas desde la Prefectura local, aunque siempre es recomendable que los navegantes tomen precauciones ante la posible presencia de bancos de arena.
En Rosario
En el sur provincial la bajante sí tuvo una repercusión directa en la vida acuática. Allí, los bajos niveles del agua provocó algunos inconvenientes para los navegantes que en algunos casos directamente no pudieron sacar sus embarcaciones de los clubes náuticos.
Para advertir lo bajo que está el río Paraná, basta asomarse a la costa para ver los amplios bancos de arena que antes estaban sumergidos. El jefe de la delegación de Prefectura Naval en esa ciudad, Claudio Mazziotta, confirmó que el río está “70 centímetros por debajo de su altura habitual para esta época del año”, aunque aclaró que la merma “no es alarmante” y que los pronósticos indican que “subirá en los próximos 15 días”.
“Los más afectados cuando baja el río son los dueños de los veleros y embarcaciones de gran porte”, dijo Mazziotta, y añadió que varios clubes “debieron hacer tareas de dragado para poder sacar las embarcaciones”.
En cuanto a la navegación comercial, el prefecto señaló que “está garantizada porque se mantiene el dragado artificial del río”.
El velerista Diego López fue uno de los que sufrió las consecuencias de la falta de dragado y no pudo salir a navegar. “Con este día maravilloso estoy comiendo un asado en tierra, cuando podría estar en el río”, comentó ayer enojado mientras su embarcación permanecía guardada en el club náutico Ministerio de Obras Públicas (MOP), ubicado en la zona de la Fluvial.
Desde el club aseguraron que se está haciendo el trabajo de dragado para poder sacar los veleros que este fin de semana quedaron varados. De hecho, el domingo una draga estaba en plena actividad en el lugar. Esa tarea demandará al menos dos meses pero el río recuperaría su nivel antes.
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