La marea de barro tóxico que asoló una amplia zona de Hungría constituye un llamado de atención sobre los procedimientos de control de riesgo ambiental, especialmente en actividades donde hay riesgos de contaminación como es el caso de la minería.
La ruptura de la pared de un piletón de barro tóxico procedente de una fábrica de aluminio, provocó una marea que se inició a 160 kilómetros de Budapest, inundó poblaciones y llegó al Danubio, con la consecuencia de varios muertos y numerosos heridos, muchos de gravedad.
El Gobierno húngaro se vio obligado a realizar un costoso rescate y a construir una enorme pared de contención para otro eventual derrame. Todo indica que la catástrofe fue consecuencia de una combinación de imprevisión empresaria y falta de normas o controles adecuados, una situación que se ha producido en hechos anteriores y que es un peligro latente en las numerosas actividades que generan riesgo de contaminación y donde las consecuencias de un siniestro pueden ser importantes por la escala de los emprendimientos.
En la minería esto se presenta en las explotaciones auríferas que utilizan piletones para procesamiento de mineral con soluciones de cianuro.
El caso húngaro expone los elevados costos de los siniestros ambientales y la necesidad de que las empresas y los estados inviertan en prevención, para evitar pérdidas humanas y daños que no sólo generan enormes costos sino que tienen efectos que pueden extenderse por largos períodos.
La marea de barro tóxico en Hungría da cuenta de los riesgos ambientales de muchas actividades productivas y de la necesidad de inversiones públicas y privadas en prevención.
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