En una nota en este Diario, correspondiente a la sección "Revisando el archivo", fueron repasados todos los detalles que hicieron a la inauguración del acueducto Esperanza-Rafaela, ocurrida el 24 de octubre de 1981, justo en coincidencia con la celebración del centenario de la ciudad. Una fecha a la cual nos estamos acercando, separados por una distancia de 29 años, habiendo recrudecido los mismos problemas que teníamos entonces, cuando la población era solamente un poco más de la mitad que hoy. Es que, este hecho bien simple, es el factor desencadenante de los problemas, ante una ecuación sencilla: el acueducto que trae agua desde Esperanza, y que junto al aporte menor de la planta de ósmosis inversa, sigue siendo la fuente de aprovisionamiento de la planta urbana rafaelina, satisfacía la demanda entonces cuando éramos 60.000 habitantes. Hoy en cambio, con casi 100.000 la situación es muy diferente, pues el agua que continúa viniendo desde allá sigue siendo la misma.
Los pacedimientos que se han venido pasando los últimos años, y de modo especial en tiempos de canícula, fueron importantes y se han ido agravando cada vez más, a punto tal que la falta de presión que era propiedad excluyente de los veranos, ahora también se registra en invierno. Y como para que nos vayamos preparando por cómo será la época de calor que se avecina, se nos viene advirtiendo que los problemas por la escasez, e incluso falta de agua, serán realmente importantes, mucho más que otros años.
Antes de aquel año del centenario, el eslogan "Rafaela tiene sed" fue el utilizado para llevar adelante una muy fuerte campaña que culminó con la construcción del acueducto. Pero, hoy a casi tres décadas de distancia y desde hace bastante, los problemas volvieron a manifestarse y cada vez más graves.
En todos los ámbitos y niveles, desde los más encumbrados del Gobierno como el más simple de los consumidores, se tiene perfecta conciencia que la única solución posible, a largo plazo, es contar con un nuevo acueducto, en este caso con toma de agua en el Paraná. Es que allí se contaría con un caudal muy importante y permanente, a diferencia de los pozos en la zona de captación en el área de Esperanza, que aunque fueron teniendo nuevos agregados, tienen un límite de producción, al igual que el diámetro de la cañería central, que está el máximo de su capacidad de transporte, y aún así no es suficiente.
No se trata de una problemática nueva, sino que desde hace al menos una década se viene planteando la necesidad del acueducto, pero siempre se sumaron excusas, justificaciones y demoras. Así pasaron los gobiernos de Reutemann primero y de Obeid después, ingresando ya en su última parte el de Binner, sin que se hayan producido avances de una significación tal como para sostener la esperanza de los rafaelinos.
En la parte final de su mandato en 2007, la administración de Obeid aprobó la Red de Grandes Acueductos, que incluía el Acueducto Norte desde Desvío Arijón a Tostado, pasando por Rafaela y atendiendo a 90 localidades en su traza, pero la llegada del gobierno socialista fue imponiendo demora tras demora, primero de 6 meses, que se extendió hasta 3 años, ya que se terminó por pasar la primera partida asignada - de insignificantes 75 millones de pesos, en relación a obras que demandan una inversión de al menos 1.400 millones- al Presupuesto 2011.
Lo cual además no constituye ninguna garantía de que al fin se ponga en marcha esta obra, quedando la impresión que no hubo una clara decisión política por hacer los acueductos que le faltan a la Provincia, más aún al comienzo de la gestión, cuando la situación financiera de la Provincia era muy favorable.
Es imprescindible que la obra de los acueductos se ponga en marcha, para luego continuarla. Lamentablemente se ha agregado esta nueva demora, que sumado a los casi 4 años que se estima llevará la construcción, hacen que la paciencia deberá ampliarse hasta allá por 2016.
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