Si Mendoza pudiera establecer alrededor de la problemática del agua un gran debate, con todos los ingredientes y los protagonistas que no pueden faltar, sería un gran avance. La circunstancia es, como todos los años, en un momento en que empieza a faltar el líquido por diversas razones y entonces entran en escena desde la empresa ex OSM, hoy AYSAM, hasta los medidores que tienen que estar o no frente a las casas para saber qué es lo que gasta cada uno.
Curiosamente, siendo que vivimos en un lugar donde el agua debería cuidarse como oro, estamos en una situación de derroche constante y surgen hasta instituciones que se supone que defienden al consumidor oponiéndose a que se instalen sistemas de medición. Lo cual parece un contrasentido, pues justamente el consumidor debería ser el primero que debería preferir saber cuánto consumió y pagar por eso. Incluso le debería interesar poder administrar su gasto para dosificarlo de acuerdo con sus posibilidades.
Lo que pasa es que buena parte de los consumidores derrocha y esconde su mal gasto detrás de una boleta que le cobra un monto fijo, tire el agua o la cuide. De ahí en más, ese debate que se debería lanzar es una verdadera política de administración del agua, con un plan futuro de crecimiento de infraestructura y optimización del recurso para no vivir la historia cíclica que conocemos desde hace tiempo. Por ahora hay una empresa estatal que intentará enderezar algo que viene torcido después de una irregular operación privada que estuvo muy condicionada por el propio Estado y sus vericuetos. Resulta difícil pensar que un Estado que no logra pagarles a los docentes sin irregularidades la liquidación ni evitar muertes innecesarias en lugares con déficit sanitario o casos de escuelas como la Belgrano pueda arreglar un tema tan profundo y complejo como el del agua.
De todos modos, se puede dar el crédito a la gestión iniciada y seguirla de cerca, para que no pase como en otras circunstancias, que la ciudadanía se entera de los desastres una vez que ya estuvieron consumados. El agua puede ser el gran elemento unificador del futuro de Mendoza.
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