La epidemia de cólera que se ha generado en Haití ha hecho mermar la presencia de misioneros de Puerto Rico allí, sobre todo cuando se le suma el peligro de la inestabilidad política y de otras enfermedades como la malaria.
La iglesia Adventista de Puerto Rico, que por décadas ha tenido misioneros en Haití, decidió sacarlos. “Tuvimos que sacarlos por el ambiente político y el brote. Estamos bien preocupados”, sostuvo el pastor José Alberto Rodríguez, presidente de la Iglesia y director local de la Agencia Adventistas de Desarrollo y Recursos Asistenciales.
Explicó que permanecen misioneros de otros países en unos 30 campamentos que tiene la iglesia y en los que atienden a cerca de 25,000 refugiados, y dijo que aunque no se han reportado casos de cólera, existe gran preocupación ante el hacinamiento y la carencia de recursos. La necesidad se agudiza ante el cobro de aranceles que pretenden imponer en los muelles.
“Tenemos como 100 furgones de alimentos, medicamentos y la madera para 10,000 casitas y nos están cobrando por la entrada de cada furgón, eso es un ‘impasse’”, denunció Rodríguez.
“La mayor necesidad son medicamentos que ayuden a controlar la enfermedad, pero hay también una desnutrición tremenda y brotes de malaria en algunos lugares, inclusive en República Dominicana y Haití se han detectado ya casos de malaria”, agregó el pastor. Anticipó que en noviembre regresarán, pero a través de República Dominicana por donde pueden introducir bienes.
A pesar de esto, el padre Enrique Camacho, director ejecutivo de Cáritas de Puerto Rico, estimó que unos 150 misioneros y voluntarios de Puerto Rico permanecen en Haití. Entre ellos figuran los de Iniciativa Comunitaria. Se informó que esta semana había allá cinco boricuas y hoy partían dos más.
El doctor José Vargas Vidot, director ejecutivo de Iniciativa Comunitaria, explicó que han tomado medidas cautelares, y recordó que los casos de cólera no son nuevos. Ha habido reportes aislados desde enero, tras el terremoto.
“En Puerto Príncipe fueron brotes (y no una epidemia lo que surgió) porque no se añadían casos nuevos en el tiempo en que se estuvo midiendo. En el caso de Saint-Marc, no habiendo las condiciones de una epidemia (porque no fue afectado por el terremoto), surgen casos y toda condición que aparezca donde se supone que no haya, no importa la cantidad de casos, se cataloga como epidemia”, aclaró.
Algunas de las medidas de precaución incluyen ingerir sólo agua embotellada y alimentos llevados desde Puerto Rico; adiestrar en medidas universales de prevención de contaminación a quienes preparan la comida, el uso de desinfectante de manos, guantes y mascarillas al atender enfermos, y aislar al paciente cuando se sospecha de alguna enfermedad contagiosa. Lo principal es mantener buena higiene y atender de inmediato los síntomas sospechosos.
Karina Jové, portavoz de Fondos Unidos de Puerto Rico, indicó que con la ayuda de la Asociación de Servicios Sociales Pentecostales, construirán una planta de filtración.
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