La gente de Santa Fe sabe lo que significa enfrentar una crecida o una temporada de lluvias intensas con la guardia baja. El impacto de las inundaciones del 2003 y del 2007 son un antecedente que recuerda todo el tiempo la necesidad de evaluar en forma constante la infraestructura hídrica y las redes de monitoreo de ríos, acuíferos y escenarios climáticos.
La amenaza del cambio climático puede multiplicar estos riesgos porque se prevén inundaciones más severas y tormentas más fuertes. Por eso es importante escuchar a los que saben. El Dr. Víctor Pochat es consultor regional del Programa Hidrológico Internacional para América Latina y el Caribe de Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en español). Además es profesor de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (UNL).
En una entrevista con El Litoral, Pochat planteó que aunque las proyecciones de cambio climático todavía tienen “un alto grado de incertidumbre” es clave seguir invirtiendo en la estructura de monitoreo de ríos y seguir de cerca cada tormenta. También cree que los planes de ordenamiento territorial son fundamentales para reducir la vulnerabilidad de la gente que vive en zonas inundables.
—¿Cómo debería prepararse Santa Fe para enfrentar los impactos del cambio climático?
—Aunque las proyecciones sobre el cambio climático aún tienen un alto grado de incertidumbre, hay que aprovechar lo mejor que ofrece la ciencia y aplicarlo al ordenamiento del crecimiento de las áreas urbanas. Es prioritario contar con una buena información de base. Determinar, a partir de ella, las zonas con distintos grados de vulnerabilidad, para poder seleccionar los usos del territorio más apropiados de acuerdo con esa diversidad. Incorporar estos resultados a los planes de ordenamiento territorial y -lo que es clave- dar una amplísima difusión a estos planes, de manera tal que los tomadores de decisión y todos los pobladores tengan en claro los riesgos que se asumen -sobre todo- al ubicar viviendas en zonas inadecuadas, por decisión propia o impulsados por planes de vivienda mal concebidos o producto de operaciones inmobiliarias especulativas. Afortunadamente, Santa Fe cuenta con numerosos estudios sobre estos temas y un plantel de profesionales y técnicos con un alto nivel de capacitación y un profundo conocimiento de la realidad local.
—¿La estructura de monitoreo es clave?
—Un buen conocimiento de los fenómenos meteorológicos e hidrológicos, a partir de observaciones frecuentes y permanentes en una red adecuada de estaciones de monitoreo, es fundamental para planificar el desarrollo de todas las ciudades, particularmente aquéllas que, como Santa Fe, están localizadas junto a sistemas fluviales muy importantes. Ese conocimiento sería necesario aunque no existiera la probabilidad del aumento de los riesgos como consecuencia del cambio climático, pero ciertamente se torna más crítico ante esa circunstancia.
—¿La ciudad debería revisar sus desagües, puentes y terraplenes a partir de estos nuevos riesgos?
—Tanto Santa Fe como la mayor parte de las ciudades de nuestro país deberían revisar el diseño, el funcionamiento y el estado de mantenimiento de su infraestructura hidráulica, a la luz de la nueva información y tecnología disponible y contemplando asimismo los probables nuevos impactos. Pero no sólo hay que pensar en estas medidas de carácter “estructural”, también hay que abordar las “no estructurales”, tanto o más efectivas que las primeras y notablemente de menor costo. Se pueden citar entre ellas, la zonificación, que mencioné anteriormente, los sistemas de alerta, que permiten prevenir situaciones peligrosas, y los planes de contingencia ante la ocurrencia de los fenómenos.
—¿Cómo se están preparando otras ciudades vulnerables?
—El Banco Mundial publicó en febrero de 2009 un informe titulado “Ciudades resistentes al clima”, el cual plantea que para abordar el impacto del cambio climático, es imprescindible comprender mejor cuáles son los factores que hacen vulnerable a cada ciudad. Con este fin, este informe ofrece un instrumento que puede ayudar a los responsables de formular políticas a identificar los puntos frágiles de una ciudad, elaborar estrategias para aumentar su resistencia a los desastres naturales y establecer un vínculo entre el cambio climático, la reducción de riesgos de desastres, la planificación y la gestión urbana.
Una formación “abarcadora e integrada”
Como el agua ocupa en lugar creciente en la agenda política global, la formación de los recursos profesionales para gestionarla constituye una necesidad imperiosa . “Los ingenieros en recursos hídricos van a ser cada vez más solicitados, tanto para dedicarse a los problemas causados por los fenómenos extremos, por ejemplo sequías o inundaciones, como para resolver situaciones que hacen a la vida cotidiana y la salud”, asegura Víctor Pochat.
El entramado productivo también necesita hacer un uso más eficiente y económico del agua. “La agricultura, la ganadería y las industrias están obligadas a explotar el recurso en forma sostenible, y van a demandar profesionales calificados para que puedan asesorarlos”, agrega el consultor de la Unesco.
Pochat piensa que los nuevos ingenieros van a necesitar una formación “abarcadora e integrada” en el campo de los recursos hídricos, teniendo en cuenta los complejos desafíos que deberán enfrentar a corto plazo.
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