La limpieza y corrección de la red de canales de drenaje en las zonas productivas bajas del río Mendoza -en cuyas márgenes se produce gran parte del PBG provincial- que acaban de encarar el gobierno provincial y el Departamento General de Irrigación, juega un papel primordial en la lucha de los agricultores de una amplia región, contra el salitre y el revenimiento de sus suelos.
El despliegue de maquinarias y de personal especializado que se ha movilizado, prevé en esta primera etapa la limpieza y corrección de 8 cauces colectores y unos 200 kilómetros de la red de desagües y drenajes entramados con aquellos colectores, en las 4ta y 5ta zonas productivas de Lavalle.
Los trabajos benefician unas 22.000 hectáreas en explotación, cuyos productores luchan cotidianamente contra la napa freática casi a flor de suelo y contra el salitre residual que quema las raíces en esos dominios bajos irrigados por aguas del río Mendoza.
Entre el 38 o 40 % de las hectáreas cultivables en el noreste desértico recibirán un beneficio directo en sus posibilidades de mejorar la producción de frutales, vides y chacras. Es de esperar que esta decisión se amplíe cuanto antes a otras zonas productivas bajas, en los extremos de las cuencas de los otros ríos abastecedores de los oasis mendocinos (el Tunuyán, el Diamante, el Atuel).
En las áreas bajas, los productores demandan también la habilitación oportuna de las redes de drenaje, para mantener a raya el salitre y el aumento de la napa freática, fenómeno en el que ha comenzado a jugar el agua clara que baja desde los diques y que, al no contar con el limo impermeabilizador, acelera la infiltración y eleva la napa hasta el nivel de las raíces productivas.
Las autoridades provinciales anunciaron que el Departamento General de Irrigación prepara la documentación para licitar obras de impermeabilización de canales -primarios y secundarios- por un total de 280 millones de pesos, que serán financiados por recursos aportados por el Banco Mundial, el programa Prosap, la Provincia y los propios regantes. Se incluye la impermeabilización de canales en la red productiva de los ríos Mendoza; en el Tunuyán Inferior, en el río Diamante y en el Atuel.
Esto, sin perjuicio de las obras ya encaradas por la administración provincial, en los tramos que aún restan del gran canal marginal del río Atuel.
Ya hemos destacado el revestimiento del Reducción-Los Andes, terminado durante el anterior gobierno provincial en Rivadavia y Junín, en el área del río Tunuyán Inferior. Y las obras para impermeabilizar 4 canales fundamentales en el curso del Tunuyán (Independencia-Cobo; Constitución-Medrano, Las Tunas, Grande y arroyo Grande).
El entorno geográfico y el perfil productivo en los oasis de Mendoza, exigen una conducta perseverante de preservación del suelo y del agua escasa. Y esto implica mantener limpios los canales de drenaje para tener a raya la napa freática y el salitre en las zonas bajas. Y afrontar una política para corregir la pérdida de caudales en los antiguos canales de arena (entre 65 y 70 % del caudal derivado a riego agrícola se insume en los viejos canales e hijuelas en su tránsito hacia la raíz productiva).
La red primaria y secundaria de canales de riego en la provincia tiene un promedio de impermeabilización que ronda el 15% en general (varía en cada cuenca y es de mayor porcentaje de cobertura en la red de canales primarios). Por otra parte, ante las previsiones de cambio climático, se impone una oportuna política para duplicar la capacidad de embalse en los 4 ríos principales que abastecen las zonas productivas.
Es negativa en el oasis del río Mendoza (Potrerillos puede guardar para el uso agrícola apenas un tercio del caudal medio anual del río); también en el Tunuyán (El Carrizal puede embalsar menos del 20 % del caudal medio anual del río), por ejemplo.
De allí el beneplácito por la convocatoria a interesados en participar de la licitación para la futura construcción y explotación hidroeléctrica de Los Blancos I y II, en el Tunuyán Superior, aun cuando el proyecto original prevé una modesta capacidad de embalse.
A pesar de estos últimos años de inversión, la provincia aún muestra una baja capacidad de almacenaje; tiene déficit en impermeabilización de canales; evidencia falencias en los sistemas de drenaje y otros métodos de preservación del suelo productivo (es el caso de la vieja aspiración de contar con una Ley de Uso del Suelo) y necesita la renovación de los métodos internos de riego en las fincas, incluyendo presurización, goteo, aspersión y sistemas de medición que alienten el ahorro y la renovación.
Es decir, se impone en consecuencia una política de Estado, sostenida por sucesivas administraciones. Debe ser una cruzada provincial del agua escasa y la preservación de sus suelos productivos.
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