La falta de lluvias y sequía profundizan los daños por esta acción. "Al desaparecer la cobertura boscosa nativa, el agua de lluvia se pierde rápidamente al escurrir sobre la superficie de las rocas duras o pendientes pronunciadas, explicó el investigador y especialista en Cuencas Hidrográficas de la Facultad de Ciencias Forestales, Juan Antonio Martínez Duarte.
"Los arroyos de Misiones se secan, principalmente, por la eliminación de los bosques nativos", señaló a ArgentinaForestal.com el investigador y especialista en Cuencas Hidrográficas de la Facultad de Ciencias Forestales, Juan Antonio Martínez Duarte.
La falta de lluvias y sequía profundizan los daños por esta acción. "Al desaparecer la cobertura boscosa nativa, el agua de lluvia se pierde rápidamente al escurrir sobre la superficie de las rocas duras o pendientes pronunciadas, explicó el profesional.
De esta manera, expone que “una de las principales causas de que los arroyos se sequen es la disminución de la superficie de bosques nativos a través de los rozados y también por la reducción de la densidad de los bosques nativos aún existentes por la selectiva explotación forestal”.
Durante el ciclo hídrico anual de Misiones se registra por lo menos 1.700 milímetros de lluvia, o sea alcanza en el año una altura de 1,7 metros sobre toda la superficie del suelo provincial.
Según el especialista, “es una cantidad de agua que supera todas las necesidades de la población humana y de los ecosistemas. El problema es qué hacemos para retener, en las cuencas hidrográficas, cada vez menos agua de lluvia, rocíos, escarchas, condensación del agua en el interior de los suelos y precipitaciones horizontales”.
El profesional sostiene que al desaparecer la cobertura boscosa nativa el agua de lluvia se pierde rápidamente al escurrir sobre la superficie del las rocas duras denominada basalto.
“Originalmente, aproximadamente el 80% del territorio provincial estuvo cubierto por selvas. Pero, la acción antrópica generó un desbosque masivo para destinar la tierra a las prácticas agropecuarias”, recalcó.
“El bosque nativo como una esponja actuaba como regulador de la disponibilidad y calidad del agua, fomentando la recarga de los acuíferos durante las lluvias torrenciales y frenando el escurrimiento superficial”.
Pero con el desbosque, se eliminó la función reguladora, provocando torrentes durante el periodo húmedo y escasez de agua durante el periodo seco, con las consecuencias en la salud, el bienestar de la población y en la ocurrencia de conflictos sociales por el agua escasa.
Los centros urbanos ubicados en las altas cuencas como Leandro N. Alem, Oberá, Aristóbulo del Valle, San Vicente, Bernardo de Irigoyen y muchas otras de las inmediaciones de la ruta nacional 14 y la provincial 101, son los primeros en experimentar la falta de agua en épocas de sequía.
“Se habla que en el futuro el conflicto armado entre las naciones va a ser por el agua dulce, lo cuál es probable, pero en la actualidad se experimenta conflictos internos por la escasez del agua”, advierte el profesional.
En Misiones es de vital importancia “conservar y restaurar” los bosques protectores de las cuencas hidrográficas por su función reguladora de la cantidad y calidad del agua dulce, además de proteger el suelo de la erosión y otras múltiples funciones.
“La función que cumple el bosque nativo como regulador del agua de lluvia, debe ser considerada como un servicio muy valioso que debe ser compensada económicamente a través de un sistema de pago por servicios ambientales, pero hoy esto es poco valorado en relación a otros bienes directos como la madera”, explica.
Foto: Archivo Programa Infoambiente |
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