Las proyecciones sobre la profundidad promedio del río Paraná, que sufre desde hace semanas una pronunciada bajante, no son alentadoras para lo que resta del año. Al menos frente a las costas de Rosario. Ayer, además de las dificultades para navegar se sumó otra: la temperatura rozó los 30 grados, permitió que algunos disfrutaran de la playa, pero complicó la provisión de agua potable ante la mayor demanda.Desde el Instituto Nacional del Agua (INA), organismo dependiente de la subsecretaría de Recursos Hídricos, confirmaron a Clarín que el caudal del río no ofrecerá mejoras marcadas hasta diciembre. El Paraná registraba ayer en esta zona 1,03 metro, dos centímetros más que el miércoles, pero al menos dos metros menos de lo que debería ser su marca para esta época. La altura más baja fue de 75 centímetros, el piso récord que alcanzó en 1989.
La bajante podría agudizarse en dos semanas. Y de acuerdo a la proyección de la titular de la Dirección de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del INA, Dora Goniadzki, no se prevén cambios hasta fin de año. "Hay que prepararse por lo menos hasta fin de año para seguir teniendo aguas muy bajas", recomendó Goniadzki. Como no son habituales las lluvias abundantes en la cuenca del Iguazú hasta septiembre u octubre, no es posible esperar mejoras en el caudal del Paraná antes de diciembre. El panorama podría mejorar con una sudestada o con mareas más altas. Desde la empresa Aguas Santafesinas S.A. marcaban ayer el metro y medio como una medida mínima para que las bombas extractoras trabajen con normalidad. Ayer las 15 máquinas trabajaban con un 20% menos de su capacidad. Hubo inconvenientes en la provisión de agua potable en los extremos de la red: la presión era menor y algunos barrios y colegios fueron asistidos con la entrega de agua envasada.
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