Los reiterados reclamos de los vecinos de barrio Godoy obligaron a las autoridades de la empresa Aguas Santafesinas SA (Assa) a presentarse ayer en Rivarola al 7500 y enfrentarse con respuestas ante quienes esgrimían cientos de quejas por la falta de agua, un problema que aqueja a ese sector desde hace años y que se agudizó en las últimas dos semanas. Luego de largas discusiones llegaron a un acuerdo a partir del anuncio de obras claves que demandarán tres años. Los habitantes del lugar conformaron una comisión para controlar que se cumpla ese tiempo.
Hartos. Así están las más de 50 mil personas que viven en la zona de Rivarola y Circunvalación, conocida como barrio Godoy, donde desde hace una semana directamente no tienen más agua. Si bien el problema viene de años, estos días durante los que el río bajó inesperadamente y las altas temperaturas minan la región, la falta de suministro se agravó y los vecinos decidieron iniciar acciones fuertes para llamar la atención de las autoridades. El jueves cortaron Circunvalación y amenazaron con recrudecer esa actitud.
Pero el presidente de la empresa, Alberto Juan Daniele, acordó con los vecinos luego de más de una hora de discusión ante los exasperados vecinos. Assa emprenderá un plan especial. Primero se limpiará la cisterna que almacena el agua que descargan las cubas y se la abastecerá también con agua de un viejo pozo ubicado en bertolé y Benítez (previo análisis de calidad). Además, se prometió que en un plazo de seis meses se construirá una planta potabilizadora para el barrio.
No obstante, Daniele lanzó una solución ambiciosa: la puesta en marcha de la planta de Granadero Baigorria y la construcción de un acueducto que rodee a la ciudad. "Esta sería la reparación definitiva", subrayó el funcionario, pero llevará más de tres años". Algunos aplaudieron y otros tomaron con desconfianza la propuesta e hicieron acallar las palmas.
Las quejas de los vecinos de barrio Godoy fueron creciendo a la par de la disminución del servicio: en los últimos días no caía siquiera una gota de las canillas. La carencia llegó a los hogares, a las escuelas de la zona, que tuvieron que hacer malabares para que los comedores siguieran funcionando, y a algunos comercios como los lavaderos de autos, que tuvieron que cerrar.
El enojo de los vecinos se incrementó aún más cuando observaron que los camiones de la empresa descargaban agua en una cisterna sucia, de donde el agua (que no alcanzó para todos) salía turbia.
"Levantamos la tapa de la cisterna y había preservativos, jeringas, pantalones y hasta olor a orina", dijo furiosa Avelina García, quien hace más de 20 años vive allí. "Acá vienen a drogarse y es un asco", se quejó. A su lado, una joven mamá dijo que había chicos con problemas intestinales.
En tanto, la empresa reconoció que debía hacerse cargo de mantener limpio el gran tanque de almacenamiento. El gerente para Rosario y la región sur de Assa, Juan Abaca, garantizó: "Vamos a cercar la cisterna para que no se vuelva a ensuciar". Además, acordó con los vecinos que se hará una limpieza en las próximas horas. Los directivos de la empresa pidieron paciencia a los vecinos quienes, a su vez, insistieron en que se cumplan los plazos previstos.
Búsqueda durante la madrugada
Gumercindo Rojas tiene una librería en Rivarola al 7500. Vive enfrente a la cisterna y cada noche llena dos bidones con agua para poder tener algo durante el día. Aun así, paga 62 pesos mensuales por un servicio casi inexistente.
Avelina García también quedó desprovista del servicio. Contó que "en verano al menos había agua tres o cuatro horas por día, pero ahora... nada. Y si sale alguna gota, es turbia". Un chico levantó una botella y se la mostró a LaCapital: "Mire la tierrita que tiene el fondo", señaló.
Ante la propuesta de Assa en torno a utilizar nuevamente un pozo que se había cerrado hace más de 10 años, García manifestó que "el agua potable es una batalla perdida que nos costó años".
María Rosa, que vive en Irurtia al 7000, espera la madrugada para llenar dos o tres baldes. Contó que es muy complicado lavarse el cabello y bañarse. En tanto, se lamentó porque, aunque en su casa viven sólo tres personas, no puede con la ropa de trabajo de su marido: "El líquido que junto apenas me alcanza para cocinar", sostuvo.
Por su parte, otra vecina comentó que, por las noches, la gente se comunica por teléfono a manera de cadena para recoger lo que llega a los tanques. Una muestra más de la situación que viven las más de 50 mil personas de barrio Godoy.
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