El sector turístico y ambientalistas de Foz de Iguazú y de Misiones advirtieron y manifestaron su oposición a la construcción de la sexta represa sobre el río Iguazú, la Baixo Iguaçu. Remarcaron el impacto ambiental y económico ya que la obra repercutirá negativamente en los saltos de las Cataratas.
Hasta el momento, si bien se habla del proyecto, no hay precisiones de fechas de ejecución y la última audiencia realizada en Foz de Iguazú la semana pasada, quedó abierta para la presentación de un estudio de impacto ambiental por parte de la empresa que ejecutaría la obra.
Por su parte, el Consejo Municipal de Turismo de Foz de Iguazú (Comtur) presentó un informe donde se manifiesta el impacto negativo.
En el informe de la Comtur, cuyo presidente es Newton Paulo Angeli, se precisó, entre otras cosas que “el río Iguazú ya tiene gran parte de su potencial hidráulico utilizado, contribuyendo de forma significativa para la expansión eléctrica del país. Por eso en esta discusión, de un lado está el gobierno (de Brasil) buscando la eficiencia energética, de otro lado los ambientalistas apoyados por el sector turístico de la región, en especial de Foz de Iguazú, que buscan la no construcción, la cual puede perjudicar sensiblemente el turismo de la ciudad de las Cataratas -reconocidas internacionalmente- que recibe anualmente más de un millón de visitantes”.
En Misiones, el diputado Nacional Timoteo Llera y el sector turístico de Iguazú coincidieron en que esta nueva represa afectará aún más el caudal de agua que llega a las Cataratas. A fines de abril pasado, la postal de los saltos estaba transformada por la sequía que azotaba el sur de Brasill, el río tenía un escaso caudal de agua que afectó al centro turístico que debió suspender los paseos náuticos.
Por su parte, el diputado Llera, comentó que la represa sería construida a aproximadamente a 81 kilómetros de las Cataratas y “habrá retención del caudal de agua a tan poca distancia de una de las maravillas del mundo que sin duda afectará”.
Los primeros días de abril, junto a empresarios turísticos de Iguazú, Llera impulsó la primera cumbre para tratar el tema de la represa y su impacto.
“En un radio de 100 de kilómetros hay un millón y medio de personas que viven del turismo y si se afecta el flujo, tendremos piedras en lugar de saltos”, advirtió el legislador y remarcó que en la última sequía “ya se notó el impacto”.
Llera señaló que la comunidad de Iguazú está en contra. “Hacer otra represa es directamente ir en contra de la fuente de trabajo de mucha gente que vive del turismo”, señaló.
En Brasil, en tanto, las localidades que están ubicadas más cerca de donde sería construida la represa, como Leonidas Marques y Capanema, se manifestaron a favor porque la obra generará fuentes de trabajo.
Rulo Bregagnolo, de la asociación ecologista Cuña Pirú, indicó la “oposición” a la construcción de esta represa y recordó que “nuestra posición siempre fue evitar la construcción de grandes represas, porque está cerca del Parque Iguazú, además por el manejo que se hace cuando se necesita energía y no se respeta los parámetros mínimos. Por tal motivo las consecuencias la sufren los que están río abajo siempre”.
Bregagnolo dijo que “no descarto la reacción de las organizaciones brasileñas, ni del gobierno de Misiones sobre esta represa. Además, no daría por sentado que se vaya a construir, hay otras instancias que se deben cumplir, como estudio de impacto ambiental de la obra y además no hubo audiencia pública con las comunidades, hay pasos legales que se deben cumplir”.
La Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) mantiene una posición opuesta a la construcción de grandes presas en zonas subtropicales, debido a los impactos en la salud humana que suele tener en esos climas.
De acuerdo con la FVSA: “La decisión sobre el sitio para nuevas centrales debe considerar los impactos en toda la cuenca y optar por sitios de impacto ambiental mínimo. Deberían tener preferencia los sitios eficientes que minimizan el área de inundación por unidad de energía producida.
Si bien la energía hidroeléctrica proviene de una fuente renovable, la construcción de una presa implica cambios drásticos en ecosistemas acuáticos y terrestres y alteraciones profundas en las comunidades ribereñas, con impactos sociales, económicos y culturales a nivel local y regional.
La Comtur también precisó que “lo concreto es para nosotros que por más que se intente adoptar una forma de monitoreo, la bajante del río Iguazú -que ya sufre con las usinas Foz do Areia, Salto Santiago, Salto Segredo, Salto Caxias y Salto Osorio- seguramente afectará las Cataratas del Iguazú directamente”.
Salto Caxias, la quinta sobre el Iguazú
La represa Salto Caxias, la quinta sobre el río Iguazú, está ubicada a unos 250 kilómetros aguas arriba de las Cataratas y comenzó a construirse en 1992.
En septiembre de 1998 los ambientalistas y el sector turístico habían ejercido presión por el llenado de la represa. Los planes para reducir el caudal del río fueron criticados por la industria turística de Iguazú y autoridades medioambientales, que mostraron preocupación porque pudiera afectar la población de peces y aves silvestres del área, incluso convertir a las Cataratas en saltos de escaso volumen, de acuerdo con la edición del 13 de septiembre del ‘98 del diario El Territorio.
“Las Cataratas no se secarán y no se causará daño al medio ambiente ni a la belleza natural”, habían asegurado desde el gobierno brasileño.
Pero la falta de un acuerdo bilateral que establezca un uso racional del río Iguazú, por parte de Argentina y Brasil, generó un delicado problema que preocupa, a medida que el país vecino sigue construyendo obras hidroeléctricas y modifican el régimen regular del río.
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