Una vez más, el desembarco de un importante desarrollo inmobiliario agita los fantasmas de la pérdida de la escasa agua existente y la destrucción del bosque nativo, además de modificar un paisaje serrano que caracteriza a las Sierras Chicas. La llegada del grupo Dinosaurio a Salsipuedes, en un predio de 150 hectáreas rico en vegetación, movilizó a vecinos preocupados por el cuidado del medio ambiente, pero sobre todo por el riesgo que podría significar para el resto de la comunidad la construcción de un hotel suite, un restaurante de categoría y tres torres de departamentos.
Los vecinos consideran que la provisión domiciliaria está en serio riesgo. No es difícil entender la preocupación si se considera la carencia de agua en barrios como Villa Sol, Cerro del Sol y otros sectores, y las restricciones que afligen a comunidades vecinas como Río Ceballos, Unquillo y Mendiolaza, que penan desde hace años por un normal servicio de agua potable.
Sin embargo, en el medio de la polémica, Euclides Bugliotti, dueño de Dinosaurio, disparó un interrogante incómodo: “¿Por qué los vecinos de Salsipuedes no se preguntan cuál es la causa por la que no tienen agua? Si nosotros hicimos estudios en nuestro predio y encontramos agua subterránea, ¿por qué no pueden hacer lo mismo las autoridades de la localidad?”.
En esa pregunta se acumulan años de despreocupación, improvisaciones, falta de planificación y dilaciones del Estado local y Provincial, que sólo reaccionaron con parches ante cortes de ruta.
Pero no es la única pregunta. Su proyección es extensiva a las condiciones de edificación en esa zona de fértil naturaleza. Aunque en los últimos años se avanzó en el dictado de normas de ordenamiento urbano, la tentación de autorizar iniciativas que prometen generación de puestos de trabajo y modernización para estas localidades serranas, aún colisiona con el temor de sectores comunitarios que vislumbran un franco retroceso en el cuidado del medio ambiente. Y que reclaman transparencia en la comunicación de los proyectos, y una instancia de participación pública en la administración de los recursos naturales.
En esa tensión se juega el destino de un sector de las Sierras Chicas que todavía conserva un patrimonio natural y un pacto de convivencia en torno al uso del agua.
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