La semana tuvo dos fuertes hechos que marcan a fuego la administración Sapag vinculados con la energía: el freno a los despidos en la industria hidrocarburífera y las ofertas que se presentaron para hacer la represa Chihuido I. Ambas tuvieron el acompañamiento del gobierno nacional que derrochó gestos para situar la relación de Cristina Kirchner con el gobernador neuquino en contraposición con la que pretende tejer, con un estilo más rimbombante, el gobernador de Chubut, Mario Das Neves.
El martes en el Salón de “Mujeres Argentinas”, un nuevo lugar de conferencias adornados con murales de Mariquita Sánchez de Thompson, Blackie, Tita Merello, Evita, las Madres de Plaza de Mayo, Alicia Moreau de Justo, Cecilia Grierson y Juana Azurduy, entre otras, el gobernador Jorge Sapag fue llamado a anteceder en el uso de la palabra a la misma Cristina Kirchner. Que iba a ser el primer gobernador neuquino que hablara en un acto en la mítica Casa Rosada, dicen que se enteró pocas horas antes. “Se lo merece Sapag”, dicen que le dijo Cristina en función de que había sido él quien tejió el acuerdo con las petroleras que después se masificó a otras siete provincias. Es que Sapag casi no necesita consultar a algún asesor para hablar con puntillosa propiedad de las variables que tiene la industria petrolera.
Allí se firmó el acta acuerdo de cumplimiento de inversiones, recupero de la actividad y garantía de la paz social; documentos que establecen dejar sin efecto despidos producidos por empresas productoras de gas, no producir nuevas cesantías por los próximos meses y presentar por parte de las empresas planes de inversión para reactivar la actividad del sector, además de subir el valor del gas en boca de pozo. Cristina Fernández señaló que con el acuerdo de este martes “estamos cubriendo la fuente laboral de más de 5 mil trabajadores que prestan servicios a las empresas de extracción o empresas que brindan servicios a las grandes petroleras”, y que “el trabajo, el sostenimiento de la actividad y las empresas es el eje central en el combate contra la pobreza”. No hay que olvidar que el chubutense pretendió liderar la liga de gobernadores petroleros con el faraónico proyecto de comprar acciones de YPF que no condujo a nada.
Aprovechó Sapag para mostrar el logro que lo posicionó a nivel nacional y de cabotaje provincial marcó un posicionamiento gremial con el sector de los petroleros para contrastarlo con el difícil esquema que plantean los gremios estatales cuya estrategia se funda en medidas que el Gobierno observa como presión. De todas formas, como una nueva versión de diálogo que ya comenzó con el comité de consenso que abarcó a una parte de la fuerza del trabajo y del capital, esta semana la vicegobernadora Ana Pechen dijo que se le iba a poner fecha al “diálogo social”. En este se supone que estarán los gremios estatales, una de las dos fuentes de crítica provincial que aún no logra domesticar. La del partido quedó silenciada tras la última interna.
La represa
Cuatro grupos empresarios del país y de Brasil se presentaron para construir la represa Chihuido I con estimaciones de costo que van de 1.200 millones a 1.700 millones de pesos. Una comisión técnica tendrá la difícil tarea de estudiar las ofertas y resolver cuál es la elegida. Dos lecturas para Neuquén quedaron de este singular acto. El secretario de Energía, Daniel Cameron, confirmó que Nación aportará “lo que haya que poner” para asegurar la construcción, frase que se traduce en que la gran caja del gobierno nacional, la Administración Nacional de la Seguridad Social, pondría el financiamiento que no consigue la empresa.
El segundo dato es que los cuatro grupos ofrecieron financiar porcentajes de hasta un 66 por ciento de la obra, uno de los datos clave para poder quedarse con este emprendimiento. Sin hacer una lectura fina respecto a quién está detrás de esa promesa de financiamiento, los observadores esperaban que esas ofertas tuvieran como techo un 30 por ciento en un contexto de regresión económica.
La construcción de esta megaobra traerá beneficios para la provincia que podrán mensurarse. La administración Sapag apostó todo su crédito a esta obra y a la relación de “federalismo de coordinación” que tejió con la presidenta Cristina Kirchner. En el mediano plazo pondrá a prueba su paciencia con el frente doméstico que poner en jaque los servicios esenciales del Estado, este Estado que en la provincia es el principal actor de las relaciones económicas.
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